*La vida suele ser así. De sorpresas. Camelot,
DIA CUATRO EN EL CAMP NOU
He platicado algunas veces que por las circunstancias de la vida vi el debut de Leonel Messi. Un julio de 2005, presente lo tengo yo, con mi esposa íbamos a entrar a la Sagrada Familia de Gaudí y entonces alguien comentó que jugaba el Barcelona contra la Juventus, un torneo de un juego en memoria de su presidente, Joao Gamper. Cancelé la Sagrada Familia y nos fuimos a la taquilla y encontramos buenos lugares. Era el Barcelona de Ronaldinho y allí alineaba como uno de los cuatro mejores centrales de Europa, nuestro paisano, Rafa Márquez, que hacia dupla con Pujol. Cuando entró al juego Messi los traía locos, fue tanta la locura que el entrenador Capello, de la Juve, le pidió al entrenador de Barca, Rijkaard, que se lo cediera y que pusiera precio. Nadie nos imaginábamos que estábamos viendo el nacimiento de quien sería el mejor jugador del mundo, por una década y quien sabe cuántas más. Afortunadamente guardo ese boleto, quizá algún día un fanático coleccionista me pague unos cien dólares si lo remato en las tiendas Ebay. He visto a Messi unas cinco o seis veces, esa primera y otra donde con Chicharito, mi nieto, fuimos a ver a Madrid un Real Madrid-Barcelona, que los hicieron papilla, el Barca al Real. Otra vez visité a mi amigo, el Cónsul Fidel Herrera Beltrán y teníamos boletos clase VIP y le vimos un juego de Champions contra la Roma, que Messi clavó dos goles, o tres. Alguna vez con Rico, el amigo que no es rico, lo fuimos a ver jugar en la Copa América a Houston, Texas, contra Estados Unidos, que les hizo un gol de tiro libre fuera del área, de antología, Y ahora sucede que un amigo picudo me dijo que tenía un boleto VIP, y que si quería ir, carajo, le dije, es como ir al Vaticano y no ver al Papa aunque sea de a lejitos. Y allí me tenéis rumbo al estadio bien temprano. Llevaba boleto de picudo, entré a un salón llamado Sala Berlín donde había unas amables y guapas 20 edecanes y meseros con corbata de moño y champaña de entrada, como no soy chupamaro solo me tomé una y busqué mi asiento, había bocadillos, jamón Jabugo pata negra, de todo para hartarse, aunque Yo Mero iba al juego. Abren el estadio una hora y media antes, se va llenado poco a poco, cuando el juego comienza el estadio apenas está a capacidad de 90 por ciento, a los veinte minutos está lleno. Cuando sale Messi al calentamiento es el más ovacionado, le sigue Antoine Grizzman, el francés que hizo un golazo, y Luis Suarez salió de la cancha silbado. Ya no lo quieren mucho, sobre todo porque de cambio entró un chaval de 16 años, Ansu Fati, canterano al que llaman será el sucesor de Messi. Lo metieron 10 minutos antes de terminar, y tuvo tres para hacer el gol, el entrenador vive arropado en las estrellas y no se arriesga a meter a este joven. Cosa rara, hubo un momento que en el Barcelona había 4 negros jugando. Ansu Fati lo nacionalizan y ya lo meterán a la Sub 17 de España. Una joya por pulir.
EL SITIO EN EL ESTADIO
Ocupé mi sitio, comenzó la presentación y el juego. Ganaron 2-1 con dificultades. Algo no anda bien en ese equipo con todo que tienen las grandes estrellas y tienen al dios del futbol, Leonel Messi. Salí unos minutos antes, porque aquí no conozco como treparme al metro. Busque rápido un taxi y al hotel a escribir esta reseña, porque los juegos en España son nocturnos, este fue de 9 a 11. Platico con los taxistas. En el estadio gritaban las porras libertad a los presos políticos, desde que Pudgemont se fugó y dejó embarcados a miles que quieren su independencia, y los taxistas, de los 3 que les he hecho una Consulta Mitofsky, los tres estaban de acuerdo en la Independencia de Barcelona, no ya en su Autonomía, que esa la tienen, el lenguaje lo utilizan mucho, hasta tiempo de Franco estaba proscrito hablar catalán, nadie lo hablaba y mucho menos lo estudiaban en las escuelas, ahora es al revés, lucha España porque en Catalunya den clases en español, es decir, dar clases en los dos idiomas, el Catalán y el Castellano. En esas andan y uno ve en los balcones las dos banderas, la de España y la independentista de Catalunya, balcón con balcón, es decir dos vecinos piensan diferente, como pensaron en la Guerra Civil que les costó sangre y corazón, cuando España se partió en dos, y lo mejor de conocer esas historias es el gran libro de Juan Eslava Galán: “Una historia de la Guerra Civil que no va a gustar a nadie”. Título que le dio el gran escritor cuando Arturo Pérez Reverte le preguntó qué hacía, Eslava le dijo: escribo una historia de la Guerra Civil que no va a gustar a nadie. ¡Ese es el título!, le dijo Pérez Reverte, y así se llamó. Cuando Miguel de Unamuno le gritó a Milán Astray, en 1936: “Venceréis, pero no convenceréis”.