Todos los análisis de entidades públicas y privadas tanto internos como externos indican de manera clara que la economía mexicana está estancada. De un crecimiento de 2.3% en el año 2018, estamos presentando para este 2019 un crecimiento de 0.1% y se pronostica que el año cerraría no más de 0.5 por ciento. Este hecho encuentra explicación en cuestiones de decisiones de política económica interna como la cancelación del NAIM, el freno a la apertura energética y la lentitud en el ejercicio del gasto público federal, producto natural del cambio de gobierno. A lo anterior se han sumado los episodios en donde el presidente Donald Trump a lo largo de este año ha enviado con temas que amenazan la posibilidad de una mayor integración norteamericana. Esta situación ha mermado notablemente la confianza en los inversionistas nacionales y extranjeros generando una importante incertidumbre que ha frenado las inversiones que son justamente lo que detona el crecimiento de cualquier economía, si bien en últimas semanas el propio presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, a través de su jefe de oficina, Alfonso Romo, ha dado señales positivas de acercamiento con el sector privado, que es el que al final del día invierte —6 de cada 7 pesos en inversión provienen de la parte privada y 1 del Estado—, lo que encontró su mejor punto con el anuncio de que continuará con el suministro de gas al país en sentido opuesto y positivo a la cancelación del NAIM a casi un año de distancia.
En este sentido, nuestro gobierno presentó este 8 de septiembre ante el H. Congreso de la Unión, un Paquete Económico que debe ser sumamente responsable, que atienda no solamente la necesidad de agilizar el gasto público para que detone el crecimiento y la distribución del ingreso de manera más equitativa, sino a la necesidad de incrementar la confianza de los sectores productivos en invertir y, necesariamente, el entorno internacional que se presenta sumamente adverso, lo que ahora sí sumará lo negativo del sector externo a las propias complicaciones internas que hemos generado. Para reactivar la confianza del sector privado en la política económica del gobierno del cambio ya se están dando los primeros pasos, como los esfuerzos por parte de la Presidencia por acercarse y anteponer el freno a la corrupción como principio y fin de la política económica, aspecto que todos agradecen, sobre todo a la luz de los actos de corrupción e impunidad del pasado reciente. No obstante, es el sector externo el que se presenta adverso y en donde no tenemos control. Antes de que cierre el año tenemos para el mes de octubre el Brexit, en donde el primer ministro de Gran Bretaña ya ha advertido que habrá salida de la Unión Europea, acuerdo que impactará de manera directa a toda Europa y en general al mundo entero; en tanto, será la muestra de que una mayor integración global con base en la estabilidad financiera y el libre comercio probablemente no serán ya posibles. Éste es el impacto real del Brexit, el mensaje que se da en contra de la integración global, le abrirá la puerta a años de incertidumbre internacional.