Las multinacionales del agua embotellada están intensificando las pruebas con latas de aluminio fácilmente reciclables para sustituir al plástico que contamina los mares del mundo. ¿Un triunfo para el medio ambiente? No del todo.
Las latas de aluminio pueden implicar menos residuos oceánicos, pero tienen su propio costo ecológico: la producción de cada lata manda a la atmósfera aproximadamente el doble de dióxido de carbono que cada botella de plástico.
El grupo francés Danone se ha sumado a estas iniciativas, al anunciar a Reuters que había comenzado a sustituir algunas botellas de plástico por latas de aluminio para marcas locales de agua en Reino Unido, Polonia y Dinamarca.
Este plan, desconocido hasta ahora, se produce en momentos en que rivales multinacionales como Coca-Cola Co, PepsiCo y Nestlé también están lanzando versiones enlatadas de marcas de agua.
La industria de las bebidas se ha estado esforzando por hacer frente al malestar de la opinión pública por las escenas de enormes montones de desechos plásticos que contaminan los océanos, comprometiéndose a aumentar los programas de reciclaje.
Sin embargo, no todo es blanco y negro en el frente verde. Al aumentar el reciclaje a través de las latas, las empresas podrían estar socavando sus esfuerzos por reducir la huella de dióxido de carbono, lo que ilustra el trabajo de malabarismo al que pueden enfrentarse para contentar a inversores, activistas y los consumidores conscientes del medio ambiente.
«Ese es el dilema en el que habrá que elegir», dice Ruben Griffioen, director de sostenibilidad de materiales de embalaje de Heineken, añadiendo que la compañía estaba tratando de reducir tanto los residuos plásticos como las emisiones.
Reciclar el plástico es más complejo, se registra un proceso de degradación y hay menores tasas de reutilización que con el aluminio, por lo que el metal se ha presentado como una alternativa más ecológica. Las latas tienen un promedio de 68 por ciento de contenido reciclado en comparación con sólo el 3 por ciento del plástico en Estados Unidos, según datos de la Agencia de Protección Ambiental.
Las nuevas marcas de agua también están causando sensación.
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«Mananalu librará al mundo de los envases plásticos de agua y comenzará una ola de cambios», dice el sitio web de la nueva agua enlatada lanzada por el actor de Hollywood Jason Momoa, conocido por interpretar a Aquaman. Otra empresa, Liquid Death, proclama sus «latas ecológicas» y utiliza el hashtag #DeathtoPlastic (Muerte al plástico).
«La industria del aluminio puede jugar con el hecho de que su producto es infinitamente reciclable, y tienen razón», dice Martin Barrow, director de huella ecológica en la consultoría sin fines de lucro Carbon Trust, con sede en Reino Unido.
«Pero el aluminio primario usa grandes cantidades de electricidad y también tiene algunas emisiones químicas de gases de efecto invernadero», explicó.
Comparar las huellas de dióxido de carbono del aluminio y los plásticos es un cálculo complejo, porque fabricar el metal con energía hidráulica en lugar de combustibles fósiles disminuye las emisiones, mientras que el uso de aluminio reciclado las reduce aún más.
Sin embargo, cuando se calcula el promedio de todos los tipos de metal, las latas siguen representando aproximadamente el doble de los gases de efecto invernadero que las botellas de plástico, según señala Barrow, en referencia a cifras de Europa.
En el nivel más contaminante del aluminio, una lata de 330 mililitros es responsable de mil 300 gramos de emisiones de dióxido de carbono, según un análisis compilado por Reuters, lo que equivale aproximadamente a las emisiones producidas por conducir un coche de siete a ocho kilómetros.
Una botella de plástico del mismo tamaño, hecha del plástico tereftalato de polietileno (PET) que se utiliza habitualmente para estos productos, representa hasta 330 gramos.
«Nunca limpio del todo»
Bruce Karas, un ejecutivo de Coca-Cola North America que trabaja en el cambio del medio ambiente y sostenibilidad, reconoció las conflictivas presiones en juego.
«Cuando analizamos un material diferente, observamos todas las palancas: la huella de dióxido de carbono, la preferencia del consumidor, la energía, el agua», dijo. «Hay una mezcla, hay algunas cosas que no son tan deseables, pero si se tienen cinco cosas buenas y una que no lo es, todos tendremos que tomar decisiones».
«Nunca será limpio del todo».
Por lo tanto, el aluminio tiene una mayor huella en la producción debido a la gran cantidad de energía que se necesita en el proceso de fundición. Sin embargo, y esta esa otra muestra de las complejidades del impacto ambiental, los cálculos generales del dióxido de carbono se difuminan cuando se tienen en cuenta otras cuestiones, como la logística.
«Es un cuadro complejo, ciertamente», dice Simon Lowden, un ejecutivo que lidera la campaña de plásticos de Pepsi. «Tienes que pensar en el transporte, el embalaje secundario, el tiempo en la tienda, todas esas consideraciones entran en juego”.
Debido a que el aluminio es ligero y las latas hacen un uso eficiente del espacio, normalmente se necesita menos transporte que para los plásticos o el vidrio, mientras que también se necesita menos energía para enfriar las bebidas en latas, algo particularmente útil en climas tropicales.
«Esto significa que en algunos mercados el aluminio en realidad no produciría tantos gases de efecto invernadero», dice Lowden.
El plástico contraataca
Sin embargo, aunque las latas bien podrían hacerse un hueco dentro de la industria del agua embotellada, que genera 19 mil millones de dólares al año, es poco probable que se hagan con todo el mercado a corto plazo, si es que lo hacen alguna vez, afirman los expertos de la industria.
Un factor a tener en cuenta son los aspectos económicos, ya que el aluminio es más caro que el plástico: el costo de la materia prima de una lata es entre un 25 y un 30 por ciento superior al de una botella de PET de volumen similar, según el analista Uday Patel, de la consultora Wood Mackenzie.
Un cambio generalizado hacia las latas de aluminio aumentaría los costos para las empresas de bebidas, incluyendo también nueva infraestructura de fabricación, algunas de las cuales probablemente repercutirán en los consumidores, lo que a su vez incidiría en la competitividad de los productos frente a sus rivales en el sector de los plásticos.
Otro factor clave es la comodidad del consumidor.
¿Con qué frecuencia se beben botellas de agua de una sola vez? Si bien se están haciendo avances en la tecnología de las latas, la mayoría de las latas se abren y permanecen abiertas, mientras que las botellas se pueden volver a tapar.
Las botellas de agua de plástico también se pueden vender en una variedad de tamaños, mientras que las latas son más limitadas.
Como resultado de estos factores, los gigantes de las bebidas son cautelosos.
«No se trata de decir necesariamente que vamos a abandonar el plástico, sino de ver cómo reaccionan los consumidores ante el agua enlatada», dice Karas, de Coca-Cola.
Otro ejemplo de esta estrategia es el plan de Coke de realizar un lanzamiento limitado de su principal marca de agua estadunidense, Dasani, en latas de aluminio y botellas de aluminio que se pueden volver a sellar a finales de este año.
Aún cuando las empresas están comenzando a vender agua en latas para aplacar la preocupación por la contaminación, también se están embarcando en un cambio de imagen ecológico en lo que al plástico se refiere. Los esfuerzos científicos incluyen la creación de nuevos compuestos que sean biodegradables o más fácilmente reciclables.
Danone dijo a Reuters que va a sustituir algunas latas de plástico por latas de aluminio para su marca Flyte en Reino Unido, Sparkles en Polonia y Aqua d’or en Dinamarca.
Pero la empresa francesa, que utiliza 400 mil toneladas de botellas de plástico PET al año, también se está centrando en aumentar el reciclaje de plástico y tiene previsto utilizar una media del 50 por ciento de material reciclado en sus botellas de agua para 2025 y del 100 por ciento para su marca Evian.
Y aunque Pepsi está probando aluminio para su agua Aquafina en establecimientos de venta de comidas, también ha introducido una botella de plástico hecha de material 100 por ciento reciclado para otra marca, LIFEWTR.
«La atención al aluminio es mucho mayor que en los últimos años (pero) lo más difícil de cambiar es la infraestructura», dijo Lowden de Pepsi. «De ahí nuestra necesidad de impulsar la reciclabilidad del plástico, así como de examinar nuestra combinación de latas y vidrio».
Escasez de latas
Otro obstáculo para un cambio a gran escala de las botellas de plástico es que puede que no haya suficientes latas disponibles, en un momento en el que algunas cervezas y vinos también están pasando del vidrio a las latas.
El fabricante de latas más importante del mundo, Ball Corp, que abastece a empresas como Coca-Cola y Pepsi, ya se está esforzando por añadir capacidad para satisfacer la demanda.
«Es un nivel de crecimiento que no hemos visto en mucho tiempo. Estamos analizando una serie de proyectos para acelerar el proceso, nuevas líneas de latas», dijo Kathleen Pitre, directora comercial y de sostenibilidad del negocio global de embalaje de bebidas de Ball.
Ball dijo a los inversores que para mediados de 2012 planeaba incrementar en entre 4 mil y 5 mil millones de latas su capacidad, actualmente en 105 mil millones de unidades, pero esto ni siquiera tiene en cuenta el potencial de expansión en el sector del agua.
Un trasvase de sólo el 1 por ciento de los refrescos, cerveza y agua embotellada del mundo del plástico y el vidrio a las latas significaría un incremento de 24 mil millones de latas, dijo la empresa, la tercera que más ha subido en el índice S&P 500 en los últimos 12 meses.
Este cambio del 1 por ciento aumentaría la demanda de aluminio en unas 310 mil toneladas, según Patel en Wood Mackenzie, y alteraciones posteriores podrían contrarrestar la debilidad general que atraviesa el mercado de aluminio.
Los principales productores, Alcoa y Norsk Hydro, han reducido recientemente las estimaciones del crecimiento de la demanda mundial de aluminio, debido en parte a las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, principal consumidor de metales.
«Se trata de miles de millones y miles de millones de botellas de agua, por lo que existe un potencial renacimiento del mercado de latas de aluminio», dijo Patel. «Pero se necesitarán tres o cuatro años para ver si es una tendencia real».