*Veracruz, ruta clave de circunnavegación
*soberbia fortaleza ante ataque de piratas
*soldados y aventureros, primeros pobladores
-I-
Por Irene Arceo.
Las rutas oceánicas de circunnavegación usadas por el imperio español pasaban por el puerto de San Juan de Ulúa y por Veracruz. El recorrido comprendía: Sevilla, Cádiz, Habana, Veracruz, Xalapa, Córdoba, Orizaba, Acapulco, Filipinas.
Antiguas investigaciones señalan que cuando Hernán Cortés fundó la Villa Rica de la Vera Cruz, en el siglo XVI, buscó contar con una buena artillería y empalizada defensiva donde pudieran atracar las naves procedentes de la península ibérica, de ahí nació esa primitiva y a la vez soberbia fortaleza que custodia el puerto de San Juan de Ulúa.
En 1525, San Juan de Ulúa era la llave de la Nueva España, la más rica y extensa de las posesiones ultramarinas de Carlos V. Cuando don Antonio de Mendoza llegó a la Vera Cruz, encontró una torre de mampostería que le recordó los torreones militares de León y Castilla durante los siglos de la reconquista contra los árabes. El torreón de Ulúa que apenas sobrepasaba la altura de un hombre, erigido como un muelle, servía de atalaya y para avistar y señorear naves que se acercaban al puerto.
Poco antes de abandonar su virreinato don Antonio de Mendoza amplió la defensa de la llamada “Torre Vieja” con la construcción de un revellín artillado con cañones para hacer fuego desde lo alto.
El nuevo virrey Luis de Velazco erigió en tierra firme y frente al puerto de San Juan de Ulúa varias casas para custodiar los efectos que llegaban de Europa, pero sobre todo la abundante plata que comenzaba a salir de México hacia España, procedente de las reales minas de la Mesa Central.
Ya entonces, el alcalde de Veracruz don García de Escalante, estaba alarmado por la inseguridad de la zona, pues temía por piratas y corsarios como John Hawkins, Lorenzillo y Francis Drake, que robaban los tesoros que estaba destinados para enviarse al monarca.
Tras la unificación política de España y su enorme auge con la consolidación del descubrimiento de América, surgieron las ambiciones de otros países europeos deseosos de ganar tierras en la desconocida inmensidad del continente recientemente descubierto. Holanda, Francia e Inglaterra iniciaron y propiciaron sabotajes y ataques de las comunicaciones y puertos españoles en América, mediante la socorrida y temida piratería.
El 13 de mayo de 1524 llegaron al puerto de San Juan de Ulúa los doce franciscanos que habían de proseguir la evangelización misional de la Nueva España, entre ellos, venía Toribio de Benavente y Fray Pedro de Gante, ambos, monjes de la orden fundada por el seráfico de Asis.
Dos tipos de hombres poblaron Ulúa y Veracruz: soldados y aventureros incultos y codiciosos que avanzaban a filo de espada; y los franciscanos con la cruz en la mano que enseñaban la lengua española y emprendían la labor de coloniaje hispánico sobre nuestras tierras.
Por el año 1568, después de sufrir el atroz ataque del pirata inglés John Hawkins (1532-1595), una nueva torre comenzó a construirse al otro extremo de lo que ya había en la fortaleza de San Juan de Ulúa. Las torres se ligaron con un fuerte y grueso muro que serviría de protección a las naves de los peligrosos vientos del norte, facilitando su amarre o anclaje.
El tiempo permitió que se conociera esta área como “El Muro de las Argollas” que es la parte frontal de la gran fortaleza.
Para la construcción de la obra realizada por esclavos negros, se utilizó cantera traída de España y piedra múcara o madrepórica, que abundaba en Ulúa.
Fray Alonso Ponce que estuvo en Ulúa en 1584 describe a la fortaleza así:
- “Tiene dos torres , una al oriente y otra al poniente y entre torre y torre un lienzo de adarve muy largo labrado todo de cal, por el cual se pasa de una torre a otra; la que está al poniente es pequeña y de no muy buena piedra, que el salitre del agua de mar va comiendo poco a poco. La de oriente es mayor y más capaz y tiene una sala de armas muy grande, un caballero y un gran aljibe, una mazmorra y otras piezas, y en las torres y caballero y otras partes, hay muchas y muy gruesas piezas de artillería…”
Con los años la primitiva construcción se llamó Torre Vieja, sobre la cual se levantó el Baluarte de San Pedro: a la otra torre se le dio el nombre de Caballero Alto, voz de índole militar.
El 9 de septiembre de 1572, llegaron al puerto de San Juan de Ulúa los primero ocho sacerdotes jesuitas quienes levantaron ahí un pequeño hospital para atender a los muchos enfermos de vómito o fiebre amarilla que llegaban después de largas travesías. En 1587, el ingeniero militar Bautista Antonelli realizó el proyecto arquitectónico de reparación general haciendo del castillo un conjunto unitario, coherente y funcional.
Con el fin de enfrentar tormentas y ataques de piraterías que asolaban a la región, en 1692 San Juan de Ulúa lucía como una fortaleza de figura cerrada construida según las normas del arte defensivo, combinándose el paralelogramo principal con edificios triangulares en sus esquinas, destinados a baluartes con posibilidades de fuegos cruzados.
El 32º virrey de la Nueva España Don José Sarmiento de Valladares y Arines Troncoso Romay, conde de Moctezuma y de Tula y duque de Atrisco, terminó el amurallamiento alrededor de Veracruz, concluyéndose los baluartes de La Soledad y el Caballero Alto, al tiempo que en la fortaleza se alojaban trescientos soldados que disponían ya de ciento tres cañones de diversos calibres más numerosos morteros. Pero como los sueldos de aquellos hombres no fueron cubiertos en dos años, produjeron un violento motín, expulsando al sargento mayor y adueñándose de la fortaleza.
En 1779 fue terminado el revellín de San Juan de Ulúa en sustitución de la batería de San José y fueron desterrados a Europa los sacerdotes jesuitas provenientes de toda la Nueva España de conformidad con la real orden Carlos III. Entre ellos, estuvieron en calidad de presos los ilustres historiadores veracruzanos Francisco Javier Clavijero y Francisco Javier Alegre.
CONTINUARÁ