LA GRAN DEPRESIÓN
No es suficiente una inflación baja para reducir las tasas
Enrique Campos Suárez

Podría parecer que la gráfica del comportamiento de la inflación general de los últimos meses estaría para enmarcarse y colgarse en alguna de las paredes del Banco de México, por aquello de que lleva varias quincenas exactamente en ese 3% que mantienen como su meta.

Estaría muy bien si no fuera por algunas peculiaridades que ensucian ese resultado perfecto. Un defecto importante que tiene la meta inflacionaria que hoy se cumple con tal puntualidad es que se apoya en una importante desaceleración económica que ha tumbado el consumo.

Qué chiste tiene atinarle a la meta de la inflación si los consumidores están reprimidos en sus compras. Sería una mancha muy notoria en ese cuadro para los muros del banco central que vaya acompañado de la realidad de que la economía no crece.

Hay algo más que no hace que el Índice Nacional de Precios al Consumidor, que en octubre pasado se ubicó en 3.02% en términos anuales, pueda ser un dato para relajar a los banqueros centrales mexicanos, y esto es que las tasas de interés se mantienen altas.

La inflación en la meta, la economía en cero y el dinero caro no son algo que parece tan sencillo de entender. Vamos, hay presidentes que no parecen captar por qué se da esta combinación.

La realidad es que la política monetaria tiene que adelantarse a aquellos peligros que puedan rápidamente poner en riesgo la estabilidad de los precios.

Está muy claro que la generación de confianza entre una parte de los agentes económicos que más podrían invertir en este país no es uno de los fuertes de la 4T. Y no hay duda que el mal diseño y ejercicio del gasto público es también una característica del actual gobierno.

Y si hacia adelante no se ven posibilidades de cambio en esas políticas públicas, pues hay que compensar con un premio atractivo para mantener las inversiones en pesos mexicanos.

El banco estadounidense Morgan Stanley no es políticamente correcto cuando indica que es muy probable que haya errores en las políticas públicas y que es muy difícil que cambie la situación económica en México para que se recupere el Producto Interno Bruto (PIB).

Y sin más, recomienda a sus clientes tomar las ganancias que tengan sobre los activos mexicanos y que mejor salgan de este mercado.

Esto que Morgan Stanley señala con total claridad es un sentimiento extendido en los mercados. Este tipo de situaciones las tiene que considerar la Junta de Gobierno del Banco de México al momento de decidir sobre la política monetaria.

Si no se toman en cuenta estos riesgos que tiene el mercado mexicano con respecto a otros destinos de inversión y se reduce el premio que compense esas desventajas, se abre la puerta a una desbandada de capitales que afectaría, entre muchas otras cosas, los índices inflacionarios.

Así es que no puede ser tan automático que el Banco de México siga con una baja consistente del costo del dinero si no se disipan esos otros riesgos financieros que pueden provocar que no se cumpla con esa misión prácticamente única de mantener el poder de compra de la moneda mexicana.

ecampos@nulleleconomista.com.mx

Tomado de El Economista.