Son de esas cosas incomprensibles –para quien muere por él-, pero al escribiente no más no le entra. En mi escala de valores culinarios ocupa uno de los lugares más bajos. Ahora que, consciente de que en gustos se rompen géneros, como diría el presidente López Obrador que dice que dijo Bora Milutinóvic, va con todo respeto, cada quien y sus gustos. Porque no dejo de reconocer que es una comida muy práctica, que se compra en cualquier súper que tenga sushi bar y a comer en casa porque no necesita ni de microondas, en frío, remojadito en soy sauce, su wasabi y el jengibre encurtido, pero exquisito exquisito que digamos ¡no, qué bárbaro!, pues no más no. El sushi es como la hamburguesa, la reina del fast food, pero si a esas vamos la verdad es que me quedo con una suculenta de Carlos yunior. Es que para comer arroz hay que comerlo como dios manda, hasta el rojo con menudencias lo prefiero en lugar del afamado plato oriental. Los españoles y los italianos han hecho del arroz algo grandioso, y también los árabes, y si a esas vamos, en esa línea de platillos fríos prefiero un buen Tabule (Tabulé, Taboule o Tabbouleh), no hay punto de comparación. El sushi es una comida muy simple que se hace a base de arroz cocido, aderezado de vinagre de arroz y un toque de azúcar –es la receta que conozco- y de ahí adorne los rollos con lo que quiera, ¡no! No hay nada como un buen arroz sazonado como se debe y cocido a fuego lento, yo me lo refino con un buen mole poblano, tlatonile, en paella o Jambalaya, y a chuparse los dedos se ha dicho. Provecho. Lo escribe Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal.