Desde los orígenes del hombre, siempre los grupos humanos han tenido la necesidad de un jerarca, líder o guía que les vaya marcando el orden en la tradición heredada, con base a las costumbres que se convierten en normas y que éstas deben ser respetadas para la armonía del mismo grupo. Quienes ocupan esas posiciones, ya sea desde la religión, la milicia o lo social, debían ejercer un liderazgo que se sustentaba en la conducta que llevaban a cabo ante el pueblo, ya fuera por miedo o respeto. Los líderes seguían los lineamientos de quienes a través de ideas religiosas o políticas, podía ganar el poder y mantenerlo.
La oratoria ocupó un importante lugar, ya que los líderes debían ejercer un predominio a través de las ideas y el convencimiento a las personas.
En el libro “Orígenes de la Oratoria: Cicerón” de Bruno Fernández afirma lo siguiente “Se dice que «la ciencia de hablar en público» tiene su origen en Siracusa (Sicilia, Italia), en torno al siglo V a.C, donde sus ciudadanos, tras haberse derrocado a los tiranos que gobernaban, establecieron un gran número de procesos civiles con el fin de recuperar las tierras que les habían sido arrebatadas por el régimen. En ese momento fue cuando empezaron a brotar individuos que comenzaron a especializarse en el arte de hablar y escribir discursos públicos, destacándose un hombre entre ellos, Córax de Siracusa, el primer redactor de un tratado sobre oratoria en sentido estricto, una Tékhne de oratoria judicial, al igual que Tisias, su discípulo, que se encargó de divulgar su obra —aunque no está claro si bien dichas personas era la misma en realidad o tal vez lo hubieran escrito las dos—. De Sicilia pasó años más tarde a Atenas, a través del recién llegado embajador (en el año 427 a.C.) al hogar de Atenea, Gorgias, quien se consagró a la enseñanza de la retórica. Era el nacimiento de la disciplina que más tarde Aristóteles denominó «el arte capaz de extraer de todo asunto el grado de persuasión que comporta». Por su parte, en Roma parece que comienza a desarrollarse embrionariamente a partir del siglo III a.C., cuando Apio Claudio el Ciego pronuncia un importante discurso contra la propuesta de paz ofrecida por Pirro. No obstante, es en el siglo II a.C. cuando empiezan a establecerse allí, a través de la llegada de los rethores griegos, escuelas de retórica (esencialmente, la neoática, asiánica y rodia), de una de las cuales surgirá como discípulo Marco Tulio Cicerón. Marco Tulio Cicerón vive en un contexto, en el siglo I a.C., que le permite desarrollarse como el gran maestro —y más reconocido— de la oratoria que fue: la lucha de clases del último siglo del periódico republicano. En ésta época histórica, la República romana vive en unas condiciones de libertades políticas que permiten a sus ciudadanos manifestarse de manera pública, lo que también tiene su reflejo en los mecanismos judiciales existentes en el momento, siendo la oratoria una herramienta fundamental a la hora tanto de conquistar al público para obtener su apoyo político como para ganarse a la magistratura en los juicios. Así, de acuerdo a estas dos vías fundamentales, la oratoria se dividía en: Oratoria política: que tenía como objetivo ganarse a los ciudadanos hacia una determinada proposición política y Oratoria forense: como recurso fundamental en las causas judiciales. Por su parte, Cicerón expone la composición discursiva, que estaba dotada de la siguiente estructura el discurso, como tal, también tiene diversas partes: Exordio: introducción del discurso, en el que se trata de ganar la atención del oyente. Narratio: exposición del mismo. Confirmatio: argumentación. Refutatio: posibles o realces objeciones del adversario. Peroratio: parte final, elaborada y pronunciada con tono emotivo y conmovedor, que tiene el objetivo de ganarse a los jueces y al auditorio”.
Hoy la oratoria va ocupando un lugar predominante en dos aspectos, el primero en la vida social y política de nuestro país, donde la sociedad exige que los aspirantes a gobernarnos sepan expresarse correctamente, sin figuras retóricas, con sencillez, de forma clara y objetiva, breves y sustanciosos. Lejos de las promesas vanas y muy cerca de los compromisos con la gente. Por otro lado ante la reforma constitucional de 2008 en nuestro nuevo sistema penal acusatorio, y con la existencia de los juicios orales, los estudiantes y profesionales del derecho, deben aprender a expresarse correctamente y con éxito, con conocimiento jurídico y bases de la oratoria para convencer y vencer en sus juicios. Debe ser una materia obligada en todas la universidades y sin duda, desde nivel primaria puede ser una extraordinaria formación personal, con lo que se desarrolla la creatividad y fortalece la autoestima de los niños.
Para la Escuela Superior de Oratoria A.C. es un privilegio contar con la confianza de padres de familia y maestros para que sus hijos y alumnos inicien su trayectoria en el hermoso mundo de la magia de la palabra.
Aprender este bello arte y disciplina, significa un gran reto, pero para quienes han iniciado sin saber nada y con todo el temor, descubren que al finalizar su primera etapa de aprendizaje, logran grandes objetivos dejándoles plena satisfacción personal y crecimiento profesional.

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