El pasado 1 de diciembre de 2019, se publicó la Carta Apostólica ADMIRABILE SIGNUM del Papa Francisco que habla del significado y el valor del NACIMIENTO que en muchos hogares cristianos, iglesias, lugares de trabajo y plazas públicas se coloca con ocasión de la navidad.

La representación del Nacimiento de Jesús, dice el papa, “causa siempre asombro y admiración”. “equivale a anunciar el misterio de la encarnación del Hijo de Dios con sencillez y alegría”, “es como un Evangelio vivo, que surge de las páginas de la Sagrada Escritura”. La representación del nacimiento de Jesús nos invita a ponernos en camino para encontrarnos con Dios.

El evangelio refiere que “María dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada” (Lc 2,7). El Hijo de Dios, viniendo a este mundo, encuentra sitio donde los animales van a comer.

En su Carta apostólica, el Papa Francisco recuerda que fue San Francisco de Asís el primero que en la localidad italiana de Greccio, escenificó el nacimiento del Hijo de Dios. A través de ese signo realizó una gran obra de evangelización.

Ojalá que en todos los hogares cristianos pongamos nuestro nacimiento; eso nos ayudará a celebrar la fiestas de navidad ya próximas y a recordar qué es lo central de estas festividades. La escena del Nacimiento de Jesús manifiesta la ternura de Dios y nos ayuda a contemplar el misterio de la encarnación.

Contemplando el nacimiento encontramos muchos signos. En escena aparecen María y José, los pastores, los magos de oriente, el ángel, están además los paisajes de la naturaleza. En el nacimiento están los de cerca y los de lejos. Todo se armoniza y crea un ambiente de acogida del hijo de Dios. Todas las miradas y rostros se centran en la figura principal, la imagen del niño Dios.

Contemplando el nacimiento reconocemos que la vida es un don de Dios. Toda vida humana es admirable y sagrada desde que comienza. Ahí en el nacimiento, el hijo de Dios se nos manifiesta en la figura de un niño recién nacido que es al mismo tiempo el salvador de la humanidad. Esa imagen de Jesús niño nos recuerda que Dios nos ama y nos ha dado a su propio hijo. Jesús es el regalo más grande que Dios ha ofrecido a la humanidad.

Contemplando al niño Dios que asume nuestra naturaleza humana comprendemos la grandeza,  la belleza y la dignidad del ser humano. Por eso la vida humana debe respetarse en todas las etapas de su existencia, celebrar la navidad es celebrar y reconocer la sacralidad de la vida humana.

En las figuras del nacimiento (los pastores, los magos, el ángel) y en la ambientación (los paisajes, el cielo, la tierra, las estrellas, los animales) se presenta la universalidad de la salvación: Jesús ha venido a redimir a todos. Su nacimiento ha producido una nueva creación. Con su encarnación ha comenzado la plenitud de los tiempos, la nueva creación anunciada por los profetas.

El nacimiento de Jesús también nos revela quienes son los primeros que aceptan la salvación ofrecida por Dios: son los pastores, es  decir los humildes y los pobres. Ellos son los primeros en ponerse en camino para ir al encuentro del niño Dios. Se necesita practicar la humildad y la sencillez para reconocer la salvación que Dios nos ofrece con el nacimiento de su hijo.

También ahí está representados los que llegan desde lejos, los magos de oriente,  “Son hombres ricos, sabios extranjeros, sedientos de lo infinito, que parten para un largo y peligroso viaje que los lleva hasta Belén (cf. Mt 2,1-12). Una gran alegría los invade ante el Niño Rey. No se dejan escandalizar por la pobreza del ambiente; no dudan en ponerse de rodillas y adorarlo.

“Jesús, nació pobre y se distinguió por una vida sencilla para enseñarnos a comprender lo esencial y a vivir de ello. Desde el nacimiento se nos enseña que no podemos dejarnos engañar por la riqueza y por tantas propuestas efímeras de felicidad”, señala el Papa. “Al nacer en el pesebre, Dios mismo inicia la única revolución verdadera que da esperanza y dignidad a todo ser humano: la revolución del amor”.

Dios se presenta así, en la imagen de un niño, para ser recibido en nuestros brazos. En la debilidad y en la fragilidad esconde su poder que todo lo crea y todo lo transforma. Pongámonos en camino, como los pastores y los magos, para encontrarnos con Dios.

 

Pbro. José Manuel Suazo Reyes