TIEMPO AL TIEMPO

Por: Alberto Calderón P.

 

Las vueltas del planeta sobre su propio eje y su viaje alrededor del sol nos anuncia la llegada de un nuevo ciclo, el presente año como lo conocemos en casi todo el planeta está a punto de concluir y el eterno retorno a un nuevo periodo iniciará muy pronto.

Desde que el tiempo se empezó a contabilizar clavando una estaca en el piso, pasando por los primeros vestigios hace aproximadamente 3000 años antes de la era cristiana, vino posteriormente el invento de la división del tiempo en 24 horas, el año en 365 días esto se lo debemos a los egipcios al igual que el reloj de arena inventado hace poco más de mil quinientos años llamado en sus orígenes sechat con el que se medía el tiempo tomando como referencia la longitud de las sombras.

El dramaturgo romano Plauto escribió hace un poco más de 200 años antes de la era cristiana, pedía confundir ente los dioses “…a quien en este lugar colocó un reloj de sol para cortar y destrozar tan horriblemente mis días en fragmentos pequeños”. Las voces de los detractores del tiempo fueron opacadas por el culto a quienes se regocijaban con él, se infiltraba por todos los recovecos de la vida. En el libro “Los viajes de Gulliver” escrito en 1726 los liliputenses, al ver que Gulliver consultaba el reloj con tanta frecuencia (como ahora el celular), llegaron a la conclusión de que ese instrumento era su dios.

Las voces se oponían a una hora universal ya vislumbraba una forma de esclavitud, se consideraba una invasión a la libertad individual, la revolución industrial y sus enormes e incansables máquinas de vapor con un ritmo que tenían que seguir los trabajadores para hacer las cosas en determinado tiempo nos llevó al apresuramiento desgastante de la vida haciéndola más frenética y menos humana. Con jornadas de 16 horas o más, los hombres y mujeres se oponían a esos asfixiantes horarios, las huelgas se hicieron presentes para limitar los horarios a 14 horas, pero iniciaban las voces que pedían ocho horas para trabajar, igual numero para la familia y otras tantas para descansar.

En los Estados Unidos como en algunos países europeos un sector de la población propugnaba por la vida simple, sencilla, de la tranquilidad de las campiñas manifiesta en los óleos, las novelas, las artes y los oficios, se encaminaban hacia la recuperación de una forma armónica entre la familia y la comunidad, ya a finales del siglo XIX los estudiosos del comportamiento de la saludo mental y física alertaban sobre el ritmo de vida acelerado en todos los ámbitos de la vida, uno de ellos fue George Beard con su estudios del “Nerviosismo americano” quien ubicó este síndrome. Argumentaba la angustia que experimentamos cuando hay un retraso en el tiempo, percibiendo una sensación de perder algo valioso como la vida misma.

Las afecciones en la salud y la muerte empezaron a manifestarse no solo en los obreros super explotados, también la sociedad misma cambió el ritmo de vida con los consiguientes daños como la fatiga, el nerviosismo, la insuficiencia renal, el cáncer, las enfermedades del corazón y otros padecimientos que trajo consigo esa carrera en contra el tiempo sin razón, instalado como un torbellino que se precipita por todas partes arrancando de raíz la paz, la tranquilidad, el lento avance y evolución natural de las cosas.

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Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores A.C. (REVECO)