Algo común.
Claudia Viveros Lorenzo
Australia arde, como ardió la amazonia brasileña en septiembre de 2019. Se dice que han muerto millones de animales y se han puesto en peligro de extinción especies inimaginables, pero mientras otro de los pulmones del planeta está viviendo esta tragedia, Estados Unidos de Norteamérica bombardea Bagdad, con el fin de asesinar a Qasem Soleimaní, comandante de la guardia revolucionaria, y de paso quita la vida del vicepresidente de la milicia chií iraquí Multitud Popular, Abu Mahdi al Mohandes y algunos otros miembros de este grupo, lo que despierta inmediatamente la ira del líder supremo de Irán, Alí Jameneí, así como los principales dirigentes políticos y militares del país, jurando vengar los asesinatos y con esto, el peligro de desatar una guerra; lo cual hace que el mundo entero se ponga alerta, pues aunque los iraníes subrayaron que evitarán tomar medidas apresuradas, si dejaron en claro que la venganza será “aplastante”.
Bonita manera de empezar el año y la década (lea la frase en tono sarcástico por favor).
Dos noticias poco alentadoras para la humanidad. Desde ámbitos diferentes, pero que nos enrumban a peligrosos límites de exterminio. Uno por parte de la naturaleza y otro, increíblemente por parte de nosotros mismos, pues parece que la ambición por el poder, ciega a los líderes mundiales y deja de lado el peligro al que arrastran a millones de inocentes que sin deberla ni temerla, se verían involucrados en vivir y resistir, el sufrimiento que conlleva una lucha armada prolongada entre naciones.
Todos sabemos que la guerra es un gran negocio y también sabemos, que el dinero por desgracia mueve al mundo. La ambición por el acumulamiento de éste, y la eterna persecución por el poder, son drogas poderosísimas que hacen perder la razón a gente que debería estar más empeñada en resolver cosas más importantes del pueblo al que le han dado la encomienda de gobernar.
Todos somos uno. Cada uno de nosotros es pieza clave de este gran organismo que habitamos llamado Planeta Tierra, pero no logramos entenderlo. Nos urge. Es importantísimo asimilar que cada habitante de este mundo está contribuyendo a un todo. Nada esta aislado. Nos estamos moviendo encausados. Y desgraciadamente las causas no están siendo de beneficio de nuestra especie. Hasta estando sentados riéndonos viendo el time line de Facebook (o de la red social que se prefiera), nos está llevando a un rumbo. ¿Se ha preguntado a cuál? ¿Se ha dado cuenta que al tenernos adormecidos mediante la tecnología, alimentando nuestras cabezas con información a medias y creando opiniones públicas superfluas, ayudamos a que las “altas esferas”, tengas todas las posibilidades para manipular a su antojo, la dirección de la humanidad?