¡Híjole!
Efectivamente. La expresión conlleva trampa porque si el desempeño de Cruz Azul en los últimos 21 años hubiera sido otro muy distinto al que ha tenido en ese lapso de tiempo, seguramente mi hartazgo por el fútbol estaría matizado. Y cuando digo distinto me refiero a que si a sus aficionados nos hubiera regalado dos o tres títulos –no pido más-, probablemente estaría pegado a la pantalla siguiendo los pasos de la ex máquina cementera. ¿Mi decepción por el fútbol es por tanta “cruzazuleada”? No sé, tal vez, sin embargo creo que es algo genérico, el fútbol mexicano en general me tiene harto, lleno de extranjeros. Es mediocre, sin calidad, con jugadores muy medianos –por no decir pequeños, no tenemos cantera- exceptuando a dos o tres equipos, máximo cuatro, entre los cuales pondría en primer lugar –me cuesta trabajo decirlo- al América, Pachuca, León y Santos, y ya siendo muy generosos, agregaría al Monterrey y a los Tigres. Este último, el llamado “equipo de la década”, ha sido varias veces campeón pero desplegando un fútbol medroso, defensivo, a veces ultradefensivo, la versión del catenaccio (el cerrojo) a la mexicana a pesar de ese tremendo jugador que es Gignac. Y es que, caray, vamos para atrás, la mediocridad simulada de fútbol mexicano. Para nada son gratuitos los 0-7 contra Chile y el recientemente 0-4 con Argentina y, bueno, el baile de Brasil en el Mundial después de habernos emocionado con el 1-0 a Alemania. No tenemos con qué. Y perdónenme por salirme del tema, pero lo mismo pasa con los toros en México, igual, es una “fiesta” muy mala, de mucha simulación, en donde nos quieren vender a toros descastados, faltos de cornamenta, raza y bravura como una nueva versión de toros bravos catalogados como el “toro mexicano”, cornicortos y faltos de peso en general. Es por eso también que ya no sigo al toreo en este país. Lo escribe Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal.