RICOS Y PODEROSOS
Etiquetado, ¡salud nacional!
Marco A. Mares

En medio de la guerra que se registra entre el gobierno y la Iniciativa Privada, en el frente de los alimentos, todo indica que no habrá tregua ni armisticio.

Las posiciones de ambas partes están polarizadas. Y, por ahora, el gobierno federal tiene la ventaja porque el etiquetado frontal de advertencia prácticamente ya es una realidad para México.

Es la primera vez que un gobierno mexicano aplica una norma alimentaria. Hasta ahora, los gobiernos previos habían cedido a la “autorregulación” que propusieron las empresas. Es el camino del etiquetado informativo que prácticamente nadie comprende y que se utiliza a nivel internacional.

Por esa vía, lo único evidente es que la diabetes, la obesidad y las enfermedades crónico degenerativas aumentaron.

La diabetes y la obesidad ya son consideradas oficialmente como epidemias por el número de personas que la padecen.

En ese contexto, el etiquetado frontal de advertencia, que tanta incomodidad y preocupación ha generado en la industria alimentaria trasnacional y nacional que opera en el mercado mexicano, no tiene vuelta atrás.

Aunque los tambores de guerra de las poderosas compañías de alimentos y bebidas sin alcohol se escuchan y retumban en todos los medios de comunicación, y amenazan con hacer internacional el pleito, la primera norma del gobierno federal para regular a los alimentos industrializados se mantendrá “contra viento y marea” y “pese a quien le pese”.

Y es que la regulación busca aliviar el grave problema de salud pública que aqueja a millones de mexicanos con epidemias que se originan en el consumo excesivo de los alimentos con alto contenido de azúcar, sal, grasas y calorías.

El etiquetado frontal de advertencia también busca aliviar la salud de la economía.

Tales epidemias y enfermedades representan un enorme costo para las instituciones de salud pública de México de acuerdo con el diagnóstico gubernamental.

El etiquetado frontal de advertencia busca preservar la salud de los mexicanos, pero también busca aliviar la salud de la economía mexicana, declaró ayer, contundente, el subsecretario de Industria, Comercio y Competitividad de la Secretaría de Economía, Ernesto Acevedo Fernández.

Ante los reclamos que en los últimos días han hecho las distintas representaciones del sector privado en el sentido de que el etiquetado frontal fue impulsado y aprobado de manera unilateral y sin consultar ni atender las preocupaciones empresariales, el funcionario público responde que la norma oficial 051 es parte de un proceso que comenzó con 13 iniciativas de ley que (fueron propuestas y analizadas) en el Congreso de la Unión.

El subsecretario recordó que el etiquetado frontal lo mandatan las nuevas modificaciones que tuvo la Ley General de Salud. No es una decisión unilateral de las secretarías de Economía y Salud, y la Cofepris. Es un esfuerzo del gobierno federal en el que participaron las secretarías del Bienestar, del Trabajo, de Energía y de Comunicaciones y Transportes.

Es una decisión de un cúmulo de dependencias que participan en los comités nacionales de normalización. Tiene todo el respaldo del gobierno federal.

De la Ley General de Salud emana un compromiso por tener un etiquetado, frontal, de advertencia.

De manera directa, Acevedo respondió a la acusación de las empresas de que el etiquetado no tiene ningún respaldo científico.

Dijo que tuvo participación exhaustiva, minuciosa y detallada de distintas dependencias académicas de prestigio nacional e internacional, como la UNAM, la UAM, el IPN; y estuvo el respaldo por la Unicef, la FAO, y la Organización Mundial de la Salud, de la Organización Panamericana de la Salud. Tiene un componente científico que le da sustento a la medida.

El gobierno mexicano está convencido de las bondades del nuevo etiquetado y no deja lugar a dudas de que no tiene reversa. Al tiempo.

El Economista.