La vuelta
Claudia Viveros Lorenzo
El paro de 9 de Marzo perdió fuerza. Creo que lo anunciaron con tremenda anticipación y le dieron tiempo al patriarcado de darnos la vuelta. Tanto que en lugar de paro se convirtió en algunos centros laborares en suspensión y de eso no se trataba. Un paro es un legítimo derecho de cualquier trabajador y ciudadano, el cual se lleva a cabo para poner en evidencia el descontento y la posición en algún tema social o laboral. Un paro se realiza para que la sociedad se de cuenta que hacemos falta y que sin aquellas personas que lo realizan, buscando ser escuchadas, la sociedad no se mueve como debiera, y entonces su fuerza está en eso, en una ausencia que puede ser irreparable si no se llegan a conseguir las garantías exigidas.
Las mujeres estamos hartas de la violencia que vivimos. Una violencia que no solo se debe pensar en el ámbito de relaciones de pareja. Es vergonzoso escuchar el argumento de que no debemos quejarnos ni sorprendernos de las cifras de feminicidios en nuestro país, porque el porcentaje de hombres muertos es mucho mayor, sin que nadie se ponga a pensar que es poco visto, hombres muertos después de abuso sexual y tortura, o hombres desaparecidos para ser llevados a ejercer la prostitución, solo por dar un par de ejemplos. No podemos negar que existen hombres que también viven violencia doméstica, más sin embargo, a pesar de la crueldad a la que pueden ser sometidos, no llega a ser similar a la que vivimos nosotras, porque, es muy raro escuchar que a un hombre le rocíen ácido, por el hecho de oponerse a continuar en una relación que ya no desea o porque le dijo a su pareja que esa noche no quería sostener relaciones sexuales.
Somos violentadas desde la educación en casa, la cual, al ser tan ancestral, nos concibe como el personaje que debe llevar a cabo ciertas conductas que van de acuerdo a su género. Nos violenta muchas veces el arte, la literatura, la música, la pintura. Todas hemos vivido violencia, de cualquier tipo, física, emocional, laboral. Y se ha convertido en algo tan “normal” que muchas, ni siquiera reparan de que son objeto de esta. Es mas me atrevo a decir que, las instituciones al darnos “chance” de “faltar” a nuestros centros laborares, también están siendo violentos, porque es como darnos “atolito con el dedo”. “Sí, sí, anda a marchar te doy permiso, te apoyo, ves que buena gente soy”. Nos criticaron tanto, por rayar paredes y manifestarnos a gritos, que buscamos otra manera, pero la inexperiencia y saltar de un extremo combativo radical a otro más pacífico, nos puso en una situación bastante frágil.
Y no es que, con un paro, vamos a cambiar el mundo, no señores, eso lo tenemos claro, esto va para largo, pasará mucho tiempo para ver el anhelado cambio. Quizá cien años más. La cosa es no parar, seguir ideando, seguir exigiendo y exponiendo, seguir hablando de lo que vivimos sin miedo, sin tapujos sin vergüenza. Porque es un hecho, que si no lo hacemos, si seguimos haciendo como que no pasa nada o que a nosotras nunca, pero “si apoyamos” no vamos a avanzar. Aquí también es necesario la aceptación y el testimonio, para que así, como nosotras reconocemos, las que todavía están cegadas, puedan entender que también son parte del problema y entonces actuar. Invito a todas y todos, a reconocer, a observar, a modificar nuestro hacer y pensar. Todo aquello que nos cause ruido evidenciémoslo. Expongamos nuestro sentir y hagamos que los demás traten de entendernos. Eduquémonos y eduquemos a los que están a nuestro rededor, para que abran los ojos y no se sigan cometiendo las arbitrariedades que nos inundan.
Si eres una de las que no quieren o pueden marchar, esta bien, pero entonces contribuye de otra forma. Habla sobre lo que crees que está mal. Opina, analiza y propón. Lee, infórmate, cultivate. No hay nada que deteste más el patriarcado que una mujer pensante, una que puede argumentar con base. Entonces lee y no pares de hacerlo. Y no creas que porque el mundo siempre ha sido así, este no puede cambiar. Hemos vivido más de veinte siglos en un mundo machista, y quizá nuestro planeta y la humanidad tengan poco tiempo de vida, pero entonces, contribuyamos a que los últimos tiempos sean diferentes. Piensa en tus hijas, sobrinas, nietas, bisnietas, amigas. Piensa en que el futuro puede ser diferente y que nosotros fuimos semilla para que esto pudiera germinar.
Si queremos, podremos, pero está en nosotras y por favor, ¡por favor! no te desanimes, que vamos paso a pasito, y seguramente seguiremos siendo testigos de agravios horribles, la cosa es, que si se dan, logremos en su momento, nosotras también, darles la vuelta, y por lo menos sirvan, de precedente para que lleguen a ser menos.