Miseria Emocional
Claudia Viveros Lorenzo
Este periodo de cuarentena, para los que puedan llevarla a cabo como es debido y tengan la oportunidad de quedarse en casa, estudiar en línea, trabajar en modalidad “home office”, etc., también deberá ser aprovechado para llevar a cabo, mucha reflexión. Más allá, de que definitivamente, es un tiempo de resguardo, también éste debe ser ocupado para pensar sobre la calidad de vida que estamos llevando. Para dónde vamos, qué estamos haciendo como sociedad para mejorar, qué estamos aportando a nuestro rededor para sembrar semillas de amor, lealtad, positivismo, bien hacer, solidaridad, esperanza, solidaridad, respeto, pasión, amistad. Emocionalmente todos estamos últimamente bastante reprobados. Nos hemos vuelto máquinas ambulantes, algunos les queda muy bien la etiqueta de zombies.
Muertos vivientes. El trabajo es uno de los principales culpables. La vida está cada vez “más difícil” y nos encanta llenarnos de deudas por adquirir cosas que realmente no nos hacen falta y que nos hacen esclavos de las tarjetas de crédito y de horarios inhumanos laborales que nos dejan poquísimo tiempo para disfrutar, para caminar despacio, para ser realmente felices.
Porque quien me diga que es feliz, trabajando para otro más de 12 horas al día o está loco o es un gran mentiroso.
Lo peor es que muchos toman de pretexto esto del trabajo para no afrontar la situación real de miseria emocional en la que están ahogados, pues nadie les enseñó nunca a sentir, a amar de verdad, a portarse bien con el prójimo, a no darle tanta importancia al dinero, a sorprenderse con las cosas pequeñas y también a enriquecerse por sentirse humano.
Porque definitivamente es una dicha serlo. Tener la posibilidad de desarrollarse en todos los sentidos que la vida nos deja.
Conozco a muchos, que nunca tienen tiempo, más que para trabajar, o a otros que jamás abrazan a sus hijos y otros más que ni al espejo se miran en un momento de reflexión interna. Y la vida se les va. Sobreviviendo, que no es lo mismo que vivir. Nadie les enseñó lo que era el bien vivir, el bien hacer y el bien ser, el amor (en todos los sentidos), y más allá de que nadie le enseñó tampoco han tenido la valentía de buscarlo por ellos mismos, prefieren seguir en la zombieland, porque es lo más fácil (según) y lo más rápido; porque hay que seguirle dando, o mejor dicho, hay que seguir huyendo. Y de pronto llega la cuarentena y se sienten enjaulados, y más allá de decirle que se quede en casa, por el bien social que estará haciendo, al respetar espacios, que no ponga en riesgo a nadie y sobre todo a usted mismo, yo hoy quiero decirle que se quede en casa con usted, antes que nadie. Aproveche el tiempo para encontrarse, para preguntarse para dónde va, qué está haciendo bien y que está haciendo mal. Haga limpieza emocional y cambie todo aquello que no le haga feliz. Deje los miedos a un lado y atrévase. Mire que la naturaleza, el coronavirus y Dios nos está dando la oportunidad de tener este tiempo de sanidad. Háblese con honestidad, perdónese lo que tenga que perdonar. Tire lo que tenga que tirar. Aproveche. Todo pasa por algo, seguramente esta cuarentena nos traerá cosas increíbles, y hablando empresarialmente, pues, aproveche todas las “áreas».