La Pascua del año de la Pandemia
Agustín Basilio de la Vega.
La vida de la humanidad está cambiando vertiginosamente. Desde que tengo memoria, no recuerdo haber vivido una semana santa virtual. Los oficios religiosos y la participación de la Iglesia (asamblea de bautizados) fue diferente y muy intensa gracias a la tecnología y los nuevos medios de comunicación. Millones de cristianos pudimos celebrar nuestra fe y escuchar al papa Francisco y a diversos sacerdotes de todo el mundo gracias a la red mundial de transferencia de datos conocida como internet.
La pandemia provocada por el coronavirus19 ha recluido a millones de nosotros en nuestras casas y sólo las personas que realizan actividades esenciales están jugándose la vida para evitar el colapso total de la sociedad. Los médicos, enfermeras, cajeras, choferes, policías, trabajadores de limpia pública, agricultores, ganaderos, obreros de mantenimiento de edificios etc. Son héroes de verdad.
Muchos de nosotros podemos trabajar desde nuestras casas, se pueden hacer diplomados, maestrías y hasta doctorados, se pueden dar consultas medicas a distancia y hasta hacer compras de diversos productos. Por otro lado, es imposible dejar de ordeñar las vacas, sembrar y cosechar en el campo, procesar alimentos, producir gasolina, mantener la generación de energía eléctrica o sostener el sistema de abastecimiento y distribución de agua potable etc.
Millones de empleos se están perdiendo en el mundo: los hoteles están vacíos, los restaurantes sin servicio, los cines cerrados al igual que las plazas comerciales y los centros de diversión, los parques y las playas prohibidos… los taxistas están resintiendo el freno de la actividad social así como los peluqueros, las modistas, los entrenadores en gimnasios, los taqueros, y miles de emprendedores que viven al día.
Prácticamente todos los gobiernos de los países están apoyando con estímulos fiscales y ayudas a quienes producen bienes y servicios y son generadores de empleo. El objetivo es evitar que más personas queden desamparadas y pierdan sus ingresos. Muchos empresarios están pagando rentas, servicios, impuestos, prestaciones sociales, nominas etc. con la esperanza que se queden en casa sus trabajadores y no crezca la curva de contagios.
Quiero transcribir algunas palabras del papa Francisco en su mensaje de la pascua 2020 que están dirigidas exactamente a todos nosotros en estos tiempos difíciles y que nos ayudan a tener una actitud nueva ante la vida:
“Que Jesús, nuestra Pascua, conceda fortaleza y esperanza a los médicos y a los enfermeros, que en todas partes ofrecen un testimonio de cuidado y amor al prójimo hasta la extenuación de sus fuerzas y, no pocas veces, hasta el sacrificio de su propia salud. A ellos, como también a quienes trabajan asiduamente para garantizar los servicios esenciales necesarios para la convivencia civil… nuestro recuerdo afectuoso y nuestra gratitud.
…Para muchos, permanecer en casa ha sido una ocasión para reflexionar, para detener el frenético ritmo de vida, para estar con los seres queridos y disfrutar de su compañía. Pero también es para muchos un tiempo de preocupación por el futuro que se presenta incierto, por el trabajo que corre el riesgo de perderse y por las demás consecuencias que la crisis actual trae consigo. Animo a quienes tienen responsabilidades políticas a trabajar activamente en favor del bien común de los ciudadanos, proporcionando los medios e instrumentos necesarios para permitir que todos puedan tener una vida digna y favorecer, cuando las circunstancias lo permitan, la reanudación de las habituales actividades cotidianas.
Este no es el tiempo de la indiferencia, porque el mundo entero está sufriendo y tiene que estar unido para afrontar la pandemia. Que Jesús resucitado conceda esperanza a todos los pobres, a quienes viven en las periferias, a los prófugos y a los que no tienen un hogar. Que estos hermanos y hermanas más débiles, que habitan en las ciudades y periferias de cada rincón del mundo, no se sientan solos. Procuremos que no les falten los bienes de primera necesidad, más difíciles de conseguir ahora cuando muchos negocios están cerrados, como tampoco los medicamentos y, sobre todo, la posibilidad de una adecuada asistencia sanitaria…
Este no es el tiempo del egoísmo, porque el desafío que enfrentamos nos une a todos y no hace acepción de personas. Entre las numerosas zonas afectadas por el coronavirus, pienso especialmente en Europa. Después de la Segunda Guerra Mundial, este continente pudo resurgir gracias a un auténtico espíritu de solidaridad que le permitió superar las rivalidades del pasado…”
El papa Francisco tiene razón, todos podemos contribuir con la reconstrucción de nuestra sociedad, la pascua es un tiempo de esperanza indudablemente.
Twitter @basiliodelavega 13 de abril de 20202