XALAPA SEÑORIAL, DIGNA.
Me satisface ser como soy y todavía más, en abril. Este mes tiene un encanto adicional. Las amistades verdaderas se reencuentran. En estas fechas las calles de la ciudad de Xalapa se llenan de colorido. Una explosión multicolor extrae de la clandestinidad a las azaleas y lucen hermosas como novia rumbo al altar las bugambilias. Algo en este mes le sucede a la piel, al aire, a la palabra. El espíritu humano se enaltece y la amistad brilla con un fulgor más intenso que los rayos del mismo sol. Abril me gusta. En este mes se puede querer más y mejor. En abril nació mi primer nieto. En este mes es más sencillo para el escritor ser la base donde se soporta la metáfora. Es en este tiempo cuando vienen al alero de la casa del prosista a guarecerse en noches húmedas, las frases que desean anidar en las páginas de un libro. En abril las letras solas llaman a la puerta y reclaman un espacio, una oportunidad de organizarse y formar una oración que leída en quieta calma acelere el pulso del lector, lo llene de emoción y lo inspire para gozar a pesar de la cuarentena, plenamente su existencia. En este mes el escritor y el poeta son por inspirada vocación más receptivos y hospitalarios, solo le abren la puerta y de huésped convierten a la neblina en señora, en reina, en ama de su desempeño literario y ella como envuelta para regalo se les dona y enriquece la tibieza de su costado izquierdo. Entonces el cuentista como por arte de magia se convierte en dueño, en amo y señor del vocabulario. Puede sin esforzarse vestir la realidad con una innegable y hermosa dosis de ficción o vestir a la ficción con un traje a la medida de la realidad y no necesita ornar su sapiencia con rebuscados términos, la sencillez en otros meses tan esquiva, en abril se pavonea contoneándose frente al ensayista cual si fuera la bailarina actriz de una danza clásica. Las letras entonces al amparo de su pluma es posible que fluyen así: Xalapa no es una ciudad cualquiera. Aquí te puedes encontrar en noches de espesa bruma con situaciones extrañas, mágicas por decir lo menos. Debe de tener el visitante especial cuidado en los días en que las flores tienen la virtud de esparcir por las calles sus aromas de manera más acentuada. Porque por todas las calles, callejones y rincones te persiguen y puedes fácilmente ser víctima de un hechizo y ya no podrás escapar, por más que trates de alejarte sentirás que algo te falta. Ya nada, ni riquezas, ni amores, ni dolores, ni éxitos te podrán llenar. Te falta el aire para respirar como si padecieras coronavirus, Siempre querrás estar aquí disfrutando de su perfumada serranía y de la blanca y silenciosa calina que la acompaña en los meses de finales y principios de año. Debe de saber quien estas tierras de dios disfrute, que la neblina es natural de Xalapa. La mejor prueba la significa el hecho de que nunca anuncia cuando se va, ni pide permiso para llegar, una y otra cosa son consustanciales a su origen. Aquí nace, aquí vive y aquí muere. Por eso no toca la puerta cuando llega, no es visitante, llega a su casa, se relaja en la sala de los hogares xalapeños, se nutre con los olores de su cocina, duerme lo mismo en una lujosa recámara que en la choza más modesta de la vecindad y ya para cuando abril anuncia a golpe de bochornos la primavera plena, ella se cristaliza. Ahí está solo que translúcida. Ya no tiene como en invierno el color cenizo de manto de reina de montaña sino que convierte su rostro en aroma de cristal, satura los espíritus de los xalapeños de una ilusión que los obliga a pintar, a escribir, a buscar como desesperados todas las manifestaciones excelsas del arte sin saber exactamente porqué. No saben, ignoran que la neblina sepultada temporalmente en sus corazones envía las enseñanzas olvidadas que ellos ponen en práctica y con un candor que les revienta en las manos las exhiben como novedosas invenciones.
Aquí a diario las tardes sepultan los retazos de la pequeñez que pudo haber existido, bordan las mañanas cual si fuera el mejor de los pañuelos, zurcen la constancia hacia los gestos más cultos y refinados, lo que convierte a los xalapeños en diferentes siendo iguales. La voz del xalapeño siempre viene acompañada de ademanes de una exquisita cortesía porque saben que la amistad no se conquista, no se impone, se cultiva, se abona con pequeños detalles de afecto, de lealtad. Solo que no hay que confiarse demasiado, si existe alguna cosa que pueda hacerte una jugarreta y enseñarte objetos o vicisitudes que no existen es sin duda, la mezcla de neblina y luna, ellas te dibujan y tu juras que es cierto que las vistes las más caprichosas esculturas de la nada, todo en la medida de la cantidad y pureza de neblina respirada.
Abril es el mes al que sin recato se le entrega por entero la poesía. A la neblina solo se le puede reclamar el celo con que cubre la redondez del cielo y no permite disfrutar de las noches estrelladas. Xalapa es muy hermosa y no puede estar de otra manera en la categoría de mis afectos, si los tiene, yo nunca le cantaré a sus vicios, sus locuras y escándalos, esa es una tarea de otras plumas, la mía se centrará en sus virtudes, mis crónicas, si eso son, no serán perfectas pero mostrarán el lado amable de su rostro y ese aliento casi divino que en medio de los soles de primavera le otorga la belleza, frescura y dignidad de la que hace gala. Además, estoy convencido de que La ciudad de Xalapa por ser la ciudad capital del estado es el lugar convertido en cielo donde muchos políticos vienen a calar la fuerza de sus alas y a darse cuenta por primera vez, que el poder es solo una prueba donde no pocos, sin importar que partido los postuló, han salido reprobados.
SILVESTRE VIVEROS ZARATE