PUNTO Y COMO
La cuarentena y el tiempo para cuidarse
Liliana Martínez Lomelí

Cuidar el peso, la salud mental, la meditación y la alimentación son parte de estilos de vida saludables, pero el confinamiento pareciera depositar aún más la responsabilidad sobre el individuo y no sobre la interacción individuo-entorno.

Seamos honestos: quienes pueden quedarse en casa en el contexto mexicano son privilegiados. Esto es, hacer la cuarentena, quedarse en casa, poder trabajar desde ahí y tener un ingreso económico seguro. La realidad de muchos mexicanos no es ésta y por ello quienes pueden hacerlo son privilegiados y tienen la obligación moral de llevarlo a cabo.

Entre los mensajes de la cuarentena, existe uno principalmente problemático: el hecho de los kilos de más cuando uno se queda en casa. Sí, la cuarentena ha revelado —no desatado— la pobre salud mental que tenemos fuera del confinamiento, que sólo fue un precipitador. Quienes mantienen una buena salud mental sólo tuvieron que adaptar los hábitos a un nuevo estilo de vida. Para quienes les está costando trabajo, no es un tema para culpabilizar o hacer sentir menos resistentes a quienes la cuarentena ha provocado ansiedad, estrés o insomnio.

El tema de la salud mental, así como de la salud del peso, siempre se remonta a culpabilizar a las personas individualmente. Este enfoque de culpabilización no es nuevo ni propio de la cuarentena, siempre ha estado presente en el manejo de crisis de salud mental o crisis de obesidad. “Mantente en tu talla”, “maneras de no engordar durante la cuarentena” y otros mensajes más enfocados en el peso no como una cuestión de salud, sino como una cuestión del deber ser, del deber verse de cierta manera.

El tema de la preocupación por subir de peso durante la cuarentena tiene implícitamente causalidades que nada tienen que ver con la salud, simplemente porque en un lapso normal de cuarentena una subida de peso paulatina (de 3 a 6 kilos), no es considerada grave si se ha mantenido un estilo de vida saludable. El tema está cuando se tienen condiciones de salud negativas previas que se agraven con un aumento peso y de hábitos de estilo de vida no saludables. Pero el hecho de subir 3 kilos por disminuir la actividad física de la cuarentena es más una cuestión de no cumplir con los cánones estéticos que un total incumplimiento con la salud de uno mismo.

Las presiones sobre el peso en la cuarentena se hacen latentes. A un periodo que para muchos se ha vuelto una época de adaptación —y toda adaptación lleva un nivel de estrés que para algunos es mayor y para otros menor—, se adicionan las supuestas responsabilidades hacia uno mismo que hacen de la salud un valor casi inalcanzable: hacer las tareas de la oficina o escuela, la limpieza de la casa, cocinar y comer “sano”, divertirse, tratar de relajarse y mantener una mente positiva.

Es como si el “tiempo”, ese valor perceptual de nuestra época, se hubiera extendido al estar en casa y con ello se hubieran extendido también nuestras responsabilidades de hacer algo con él: aprender, relajarse, ejercitarse, comer bien y muchas otras tareas de perfección más. La realidad es que la percepción del tiempo que no es aprovechado siempre será la misma, estando o no en confinamiento.

El cuidar el peso, la salud mental, la meditación y la alimentación son parte de estilos de vida saludables, pero el confinamiento pareciera depositar aún más la responsabilidad sobre el individuo y no sobre la interacción individuo-entorno. Cuidar de sí mismo es más un acto de supervivencia y no debería ser un acto de obligación culpígena.

Twitter: @Lillie_ML

Tomado de El Economista.