SEMBRAR ES RECIPROCIDAD

El Poder De la Palabra

Enrique Alberto Mendoza Filidor

Un pobre hombre que vivía en la miseria y mendigaba de puerta en puerta, observó un carro de oro que entraba en el pueblo llevando a un Rey sonriente y radiante. El pobre se dijo de inmediato «Se ha acabado mi sufrimiento, se ha acabado mi vida de pobre. Este Rey de rostro dorado ha venido aquí por mi, lo sé. Me cubrirá de migajas de su riqueza y viviré tranquilo».
En efecto, el Rey, como si hubiese venido para ver al pobre hombre, hizo detener el carro a su lado. El mendigo, que se había postrado en el suelo, se levantó y miro al Rey, convencido de que había llegado la hora de su suerte. Entonces, de repente, el Rey extendió la mano hacia el pobre y le dijo: ¿Qué tienes para darme? El pobre, muy sorprendido y muy desilusionado, no supo que decir. ¿Es un juego lo que el Rey me propone? – se preguntó – ¿Se burla de mi? Es un nuevo pesar?»
Entonces al ver la persistente sonrisa del Rey, su luminosa mirada y su mano tendida, el pobre metió la mano en su alforja, que contenía unos puñados de arroz. Cogió un grano de arroz, y se lo dió al rey, que le dió las gracias y se fue enseguida llevado por unos caballos sorprendentemente rápidos. Al final del día, al vaciar su alforja, el pobre encontró un grano de oro. Entonces se puso a llorar diciendo: ¿Porqué no le habré dado todo mi arroz?
La vida reina en el planeta, su existencia es la naturaleza misma, prodigiosa, abundante, prodigiosa.
La madre naturaleza nos ha regalado por millones de años la posibilidad de coexistir en armonía, vivir de lo que nos da como alimento y sobrevivir en las adversidades.
Como seres humanos en la expectativa de ser comunidad y lograr beneficios que faciliten la existencia le llamamos progreso de la civilización a costa de los recursos naturales y afectando la vida de otros seres a los que nos correspondería defender.
Ahora, ante la pandemia y en el resguardo o distanciamiento social, debemos comprender y tomar conciencia de todo lo que no le hemos dado a la naturaleza, lo que le hemos negado, lo que hemos omitido con la indiferencia.
El físico, astrofísico y científico británico Stephen Hawking afirmó: «El peligro radica en que nuestro poder para dañar o destruir el medio ambiente o a nuestros pares aumenta a mucha mayor velocidad que nuestra sabiduría en el uso de ese poder».
Ese poder del que habla el sabio inglés, es el que recibimos como don de la naturaleza, a lo que nos ha preguntado siempre ¿Qué estás dispuesto a darme a cambio? Y nuestra respuesta es nada.
Nada bueno para tu protección, nada bueno para tu preservación en la flora y la fauna, nada bueno en la paz y la no violencia.
Por lo que empieza a respondernos, dándonos en reciprocidad lo que le estamos dando.
La bondad y solidaridad son parte de nuestra esencia humana, y es ahora cuando debemos redoblar nuestros principios. Hagamos posible ser más sensibles ante el sufrimiento y dolor de los demás. Seamos capaces de transformar nuestro entorno para bien de la humanidad y démosle a la madre naturaleza, al medio ambiente, a la tierra, a nuestros semejantes y a la vida semillas de amor, paz, respeto, tolerancia, fraternidad, armonía y esperanza.
Seamos como el hombre pobre, que aunque nada tengamos para dar, recibiremos de la vida misma, mucho más por lo poco que demos.
“No digas no puedo o no se puede, la única fuerza motora que mueve tu universo y hace que todo confluya a tu favor, son tus pensamientos y el poder de tu palabra”.
Mi palabra de hoy es: RECIPROCIDAD.

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