Política incorrecta
Anni Siemers
Hay lugares que recordaré / Por toda mi vida, aunque algunos hayan cambiado /
Algunos para siempre, no para mejor /
Algunos se han ido y otros permanecen
In My Life (The Beatles)
Después de muchos años, los recuerdos de la infancia regresan, ahí están, intactos, no se han ido. Y lo persiguen a uno pegajosamente, tercos, a todas partes a donde vamos, los más son gratos, otros, no tanto.
Estos días de encierro –poco menos que infernal-, con poquito, nada más con poquito, los recuerdos se han removido. Es así como se me ha venido a la mente la imagen de la señora Anni Siemers. Pero ¿quién fue esta señora de inusual nombre, se preguntarán ustedes? Fue una señora de origen alemán que llegó a vivir a Córdoba a finales de los años 50 junto con su esposo el botánico y naturalista (especialista en cactáceas), también alemán, Alfred Bernhard Lau.
El matrimonio llegó a mi pueblo encabezando una misión religiosa (Colegio Bíblico todos los Pueblos). En aquellos años desplegaron, ambos, una labor de evangelización principalmente en el sureste del país, al tiempo que él desarrolló expediciones científicas con el fin de estudiar y clasificar las cactáceas de las zonas desérticas del centro y norte de México. Extraña simbiosis entre religión y ciencia, pero fueron de tal magnitud las labores desplegadas por el botánico, que algunas plantas que fueron descubiertas y clasificadas por él llevan su nombre.
En los 60 fincaron una residencia hogar en Fortín de las Flores en donde acogieron a grupos pequeños de indígenas del estado de Oaxaca, principalmente. El matrimonio, además de evangelizarlos, se encargaba de su manutención y de proveerles educación, alimentación y casa, en un ambiente familiar, sin discriminación de ninguna clase. En Córdoba nacieron la mayoría de sus siete hijos, ahí crecieron y estudiaron hasta el nivel preparatorio.
Una de ellos fue mi compañera de pupitre, Doris (Dorotea), hasta la secundaria. Tengo entendido que un tiempo trabajó como azafata hasta que contrajo matrimonio, actualmente reside en Singapur. Bueno pues doña Anni era una mujer consagrada a la atención de los hijos y de los niños y jóvenes indígenas que tenían bajo custodia el matrimonio. La escuela primaria (Grupo Escolar Cervantes) tenía dos turnos, matutino y vespertino, así es que doña Anni subía y bajaba de Fortín a Córdoba y viceversa desde muy temprana hora, tanto para dejar y luego recoger a los escolapios, los propios y los ajenos. O sea, doña Anni era parte del paisaje escolar de aquellos felices años.
Tengo muy viva su imagen –y de don Alfredo también-. Era una mujer blanca, de cabello castaño claro, siempre con vestidos camiseros muy sencillos, como de algodón, con zapatos bajos, sin medias, es decir, vestía con lo estrictamente necesario, y sin nada de maquillaje o arreglo del cabello. Al volante de lo que fue el antecedente de las modernas y ostentosas Suburban, también de la Chevrolet, de las de tres filas de asientos. Además, eran tiempos en que el tramo carretero entre Córdoba y Fortín era de asfalto y de dos carriles, lo que lo hacía resbaloso en época de lluvias e intransitable en las neblinas.
Luego les platico de su residencia ‘Las Camelinas’, que era una extraña combinación de lujo con austeridad, parque botánico y museo de naturaleza viva y muerta. Las más increíbles colecciones de insectos las conocí en la casa de la familia Lau, así como los cactus del desierto más impresionantes.
Ufff, ¡qué recuerdos!
gama_300@nullhotmail.com @marcogonzalezga