De los Ángeles a los Demonios

 

Dra. Denisse de los Angeles Uribe Obregón

Magistrada del H. Tribunal Superior de Justicia

 

Solidaridad global en la era de Covid-19

 

 

La pandemia originada por el SARS-CoV-2 (COVID-19), además de impactar gravemente la salud pública, ha transformado la dinámica mundial, convirtiéndose en protagonista de la realidad actual y en el enemigo común de todos los países.

 

Este virus que irrumpió por primera vez en la provincia de Wuhan China, a finales de diciembre de 2019, logró expandirse por todo el mundo, contagiando hasta el momento en que se redacta esta columna a 4,995,996 personas, dejando un saldo de 327,821 decesos por complicaciones derivadas de la enfermedad, lo anterior de acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud.

 

Dentro de los daños colaterales causados por el coronavirus, se encuentran las afectaciones a la economía, pues las medidas de confinamiento decretadas por los países afectados, han tenido como consecuencia desaceleraciones económicas; de acuerdo con la economista y consejera del Fondo Monetario Internacional, Gita Gopinath, por primera vez desde la Gran Depresión, tanto las economías avanzadas como las de mercados emergentes y en desarrollo están en recesión.

 

El mundo ha cambiado radicalmente en los últimos meses y seguramente continuará transformándose para superar los efectos de esta contingencia, cuyo panorama aún es incierto. La incertidumbre en la que vivimos nos ha llevado a repensar, pero también a reinventar la realidad a la cual tendremos que adaptarnos, como ha señalado el doctor Luis González Placencia, muchos ven en la nueva normalidad el inicio de una era que depara el fin del capitalismo, mientras que otros ven el principio de una nueva solidaridad planetaria.

 

Ante el contexto originado por la pandemia, es necesario impulsar una agenda internacional que aborde la problemática vigente, con el propósito de encontrar soluciones conjuntas y coordinadas, en este sentido el Magistrado del Poder Judicial Electoral de la Federación, José Luis Vargas Valdez ha señalado la urgencia de revalorizar los derechos políticos y sociales, tales como el derecho fundamental a la comunicación.

 

El citado derecho cobra especial relevancia en la actualidad toda vez que, cuando las personas cuentan con los mecanismos adecuados de comunicación, se posibilita el ejercicio de otros derechos como el de la educación o el derecho al trabajo; incluso con base en la experiencia que nos ha dejado la educación a distancia, en los órganos jurisdiccionales se están diseñando las plataformas necesarias para que la ciudadanía ejerza su derecho a la justicia a través de las tecnologías de la información y la comunicación.

 

En virtud de lo anterior, ha surgido la necesidad de replantear la importancia del derecho a la comunicación, al igual que aquellos relacionados con la salud, el medio ambiente, la migración y en general, todas las situaciones que traspasan fronteras, como respuesta a estas exigencias, destacados juristas encabezados por el doctor Luigi Ferrajoli, se han pronunciado por un constitucionalismo planetario.

 

La citada propuesta promueve la creación de una constitución global que garantice los bienes comunes y no únicamente los derechos fundamentales; que haga frente no sólo a los poderes del Estado, sino también a los del mercado; se busca que este nuevo pacto promueva además de las tradicionales instituciones, ejecutivas, legislativas y judiciales, aquellas garantes de los derechos y de los bienes fundamentales.

 

 

La Constitución de la Tierra según señala el citado jurista italiano, debe pugnar por la creación de instituciones supranacionales, capaces de enfrentar retos mundiales como el que vivimos actualmente y garantizar la supervivencia de la humanidad.

 

Sin duda, este planteamiento teórico para muchos considerado utópico, constituye un gran desafío para sus impulsores, aunque, como lo ha afirmado Ferrajoli debe distinguirse entre improbabilidad jurídica e imposibilidad teórica; no debe descartarse que, con voluntad política de los Estados, el constitucionalismo planetario en algún momento podría ser llevado a la práctica.

 

La hipótesis expuesta abona a la reflexión jurídica, toda vez que los problemas globales exigen soluciones del mismo nivel; como consecuencia de la emergencia sanitaria la humanidad se ha tornado más sensible y debe volverse también más solidaria, pues esta problemática ha comprobado que lo que afecta a un país nos impacta a todos. La lección está siendo bastante dura, por ello tomar medidas que hagan frente a la nueva realidad mundial debe considerarse un tema urgente.