EL FILÓSOFO DE GÜÉMEZ
¡SALUD!
Por Ramón Durón Ruíz (†)
La vida, que en sí misma no es nada complicada, le ha enseñado al viejo Filósofo de Güémez que el humor ha de leerse con amor, porque humor y amor se retroalimentan, son dos alas que Dios nos da para volar por el mundo y recorrer el universo.
No hay elemento más fuerte para superar nuestras incapacidades que el buen sentido del humor, nos da la posibilidad de disfrutar al máximo los milagros que nos acontecen y la posibilidad de combatir la hiperseriedad que nos lleva a poner límite a nuestra potencialidad de vida, es decir, nos transporta por el mágico camino del “vivir mejor”.
El buen sentido del humor, del que goza a raudales el mexicano, nos da una agradable sensación de seguridad, ninguna situación es difícil en la vida cuando nos reímos de ella, porque cuando nos burlamos de algo es porque tenemos el manejo de las circunstancias.
El hombre es el único animal que goza del buen sentido del humor, éste nos lleva a que nuestra vida no tenga más límites que los que nosotros mismos le impongamos; a través de él no eludimos los problemas, los enfrentamos, sacando beneficio de los mismos, porque aligeramos la carga del camino, y al hacerlos más llevaderos convivimos con ellos en forma natural, venciéndolos finalmente.
El estado de bienestar emocional, generado por el buen sentido del humor, tiene la magia de transformar en menos malos los problemas, influye positivamente en nuestra vida y en la salud. Y ya que estamos en el tema del humor, hay que recordar el poder que tiene de redimensionar amorosa y positivamente nuestro espacio vital, armonizándolo con el universo, llenando nuestro cosmos de una energía efectiva sin par.
Es privilegiado quien goza y hace suyo el buen sentido del humor; ya que este impacta directa y positivamente en el sistema inmunológico, fortaleciéndolo con los químicos producidos a través de la inmunoglobulina A, los linfocitos T y la serotonina, creando un estado de paz y bienestar excepcional, que genera necesariamente felicidad.
A colación, me viene a la mente la ingeniosa paráfrasis que Wanda Hernández, de la Red Latinoamericana de Liturgia CLAI, titula:
“Padre Nuestro del Buen Humor”
Dios nuestro que estás en nuestras vidas,
Santificada sea tu risa.
Venga a nosotros tu gozo.
Hágase tu buen humor
Así en la alegría como en el dolor.
La sonrisa nuestra de cada día
Ayúdanos a ofrecerla hoy,
Y perdónanos nuestros malos humores
Así como cuando contagiamos con ellos a los demás.
No nos dejes caer en la tentación,
Más líbranos de la apatía,
Porque tuya es la gracia y el poder de la alegría
Por todos los siglos. Amén…
Por otra parte, doy un par de ejemplos de la genialidad del ingenio del mexicano del dominio público:
“Oración al Licor”
Trago divino, trago adorado,
cuida mi intestino, el grueso y el delgado,
protege mi páncreas, beba lo que beba
y que no sea ésta noche mi última peda,
mi hígado encomiendo a tu santo paño,
y que lo que estoy bebiendo, lo orine sin daño,
quítame la cruda, diarrea y jaqueca,
no me des agruras ni boca reseca,
ayúdame a encontrar mi ruta y mi camino,
porque luego no recuerdo dónde chingao’s me orino.
Dulce licor, dulce tormento,
qué haces afuera… ¡VENTE PA’ DENTRO!
“Oración a la Cerveza”
Santa Cerveza que estás en el hielo,
tan refrescante suena tu nombre,
venga a mi vaso tu cuerpo,
hazme sentir el sabor del encuentro,
hágase tu presencia, así en la mesa,
como en el suelo,
danos hoy nuestro trago de cada día,
perdona al cantinero como nosotros
perdonamos al mesero,
no nos dejes caer en la municipal
Y líbranos de la cirrosis y la cruda…
¡SALUD! 1
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