Política Incorrecta

Marco Aurelio González Gama

Me refiero a lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) “ha decidido llamar COVID-19 (acrónimo del inglés coronavirus disease) o enfermedad causada por el coronavirus, y escribe esta denominación con mayúsculas y con un guion antes de los dos dígitos, en línea con códigos similares recogidos en la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD, por sus siglas en inglés). En español la pronunciación mayoritaria es aguda: kobíd, mientras que en inglés es llana: kóvid”.

Esta identificación se aplica a la enfermedad, no al virus, al que oficialmente el Comité Internacional de Taxonomía de Virus denomina SARS-CoV-2. La forma adecuada es escribirla con la inicial mayúscula porque se trata de un nombre común de enfermedad: covid-19.

Pero, entrando en materia, de acuerdo con el doctor Pedro Jesús Yeverino Suárez, médico internista graduado de la UNAM, intensivista, jefe de urgencias de Médica Sur, el virus del covid-19 “no es un ente pensante, solo hace lo que su naturaleza intrínseca le permite: ingresar de manera fortuita en un organismo compatible (humanos principalmente, algunos perros y gatos ocasionalmente), apoderarse de la maquinaria molecular de una célula más evolucionada que él, para con esto poder replicarse hasta destruirla, liberando así más virus que invaden más células que se diseminan hacia nuevos huéspedes antes de matar al que ya invadieron.”

Y remata: “contra algo así no hay excusas, no hay negociación, no hay ningún intercambio de información o muestra de clemencia, tan solo dolor de garganta, fiebre, tos, falta de aire, hasta llegar a una sensación de sofocante angustia, deterioro de funciones mentales y, finalmente… nada.”

Perdonen la entrada tan peliculesca, digna de un guion de ‘Alien, el octavo pasajero’, pero ustedes, lectores con un alto sentido común entenderán lo que les quiero decir entre líneas, el hecho que haya terminado la Jornada Nacional de Sana Distancia no quiere decir que el problema ya haya sido superado, ¡no!, esto apenas empieza y no hay que confiarse. Estamos en una curva ascendente de contagios, hay personas asintomáticas que son portadoras del maldito virus y ¡no hay vacuna ni medicina para contratacarlo! Luego entonces, todos vivimos en peligro y si no tomamos las precauciones debidas todos estamos expuestos.
Es decir, el distanciamiento social, atemperado quizá, continúa. Tenemos que salir a una (in) cierta normalidad, pero debemos extremar precauciones. La primera medida no farmacológica para detectar y “encajonar” a las personas portadoras del maldito virus son las pruebas de detección temprana, pero ya vimos que no están en el horizonte de las autoridades de salud del país, por lo que el distanciamiento social seguirá siendo la mejor arma que tenemos al alcance de todos.

Que hay que seguir viviendo, pues sí, no podemos dejar de ir a comprar víveres o las mercancías más necesarias para nuestras casas, pagar servicios u otro tipo de actividades. Hagámoslo en la medida de nuestras posibilidades pero tomando las debidas precauciones. Es esencial y en ello va la vida propia y la de nuestra familia. Yo recomendaría cosas básicas: cubre bocas reglamentario o los que recomiendan para la manufactura casera; no escupir en la calle, mucho menos en espacios cerrados; lavado quirúrgico de manos; usar careta de protección si se tiene al alcance; ubicar tiendas y mercados en horarios con poca afluencia, y si va a toser o estornudar hacerlo siempre de etiqueta –con la parte interna del codo-.

Y recuerde, el cubre bocas no es para que se proteja usted, es para que proteja a sus semejantes.

Con información de https://www.eluniversal.com.mx/nacion/enfermar-es-como-ser-un-arma-cargada y https://www.nexos.com.mx/?p=47920.

gama_300@nullhotmail.com @marcogonzalezga