«Habría nacido en Río de la Plata, en los burdeles de los suburbios. Los hombres lo bailaban entre ellos, para entretener la espera. Pero en 1917, de la mano de Carlos Gardel, el tango irrumpió en el centro de Buenos Aires y subió al escenario del Teatro Esmeralda. Gardel cantó «Mi noche triste» y fue ovacionado. Bañada en lágrimas, la clase media le dio la bienvenida y le otorgó certificado de buena conducta. Ese fue el primer tango que Gardel grabó en disco. Sigue aún sonando. A Gardel le llaman el Mago. No exageran ni un poquito». Lo escribe Eduardo Galeano en su extraordinario libro «Espejos». Foto de «Gobuz».