Esa es la oscuridad…

 

Si alguien apaga la luz para recordar la flor que crece de los labios que ha besado; cuando el polluelo de paloma, aún sin abrir las níveas alas, cae en las ágiles garras del gavilán; cuando un trastabillante ciego se enamora de una mujer de ojos de escurridiza hiedra; y la luminosa luna se asoma en el fondo del pozo en que has llorado.

Si Dios no baja un trozo de pan a los que tienen hambre; cuando el dolor quiebra cristales de sal amarga en tu corazón; si la carta de amor se extravía y va a dar a manos del que más hieres; y, por los callejones de largas lajas, de madrugada se oye el paso turbado de los ebrios que cantan viejos boleros.

Si los vagabundos vacían botellas de licor al desencanto; cuando detrás de la ventana el asesino reza en silencio un Padre Nuestro; si por el desvarío del otoño se pisan hojas secas de hayas en la alameda; y el estruendo luminoso del rayo avisa de un largo vendaval lluvioso que arreciará de madrugada.

Si caminas extraviado por veredas sin fin; cuando el mar se ha ennegrecido con las aguas turbulentas de ríos perdidos; cuando un gato oscuro llora igual que un niño sin los pechos maternos; y caen cenizas de las chimeneas que ahuyentan al invierno.

Si ves que ante el espejo el tiempo ha hecho de las suyas; cuando en el florero se marchiten las rosas del fin de semana; si el océano lanza caracolas donde las dunas. Foto de Víctor León.