POR: SEVERO FRANCISCO MAR MORALES

 

 

“LO UNIVERSAL DE LA ORATORIA Y

EL ARTE DE HABLAR EN PÚBLICO”

 

 

 

“PARA TODOS LO GRANDES ORADORES DEL PAÍS,

EN ESPECIAL CON VERDADERO APRECIO Y ESTIMA PARA MI AMIGO Y HERMANO MENOR DE LA POLÍTICA Y DE LA PALABRA:

  1. ENRIQUE A. MENDOZA FILIDOR, -MAESTRO DE LA ORDEN “CABALLERO DE LA PALABRA LATINOAMERICANA”-

MIEMBRO DEL CONSEJO CONSULTIVO DEL CONCURSO

NACIONAL DE ORATORIA DEL PERIODICO EL UNIVERSAL, EN SU DÍA DE CUMPLEAÑOS”.

 

 

 

“QUE NO HABLE QUIEN NO SEPA LO QUE DICE, LA CULTURA UNIVERSAL NO ES UN INTRUMENTO PARA EL ÉXITO DEL DISCURSO, ES EL ALMA DE LA PALABRA, LA TRIBUNA NO ES ASILO PARA LA IGNORANCIA”.

 

José Muñoz Cota

 

 

 

“A LA MEMORIA DEL RESPETADO Y CULTO GRAN ORADOR VERACRUZANO ORIGINARIO DE LA CIUDAD DE XALAPA: PROFR. Y LIC. GUILLERMO HÉCTOR ZÚÑIGA MARTÍNEZ, PRESIDENTE MUNICIPAL DEL MUNICIPIO QUE LO VIÓ NACER UN 18 DE DICIEMBRE DE 1942, DIPUTADO LOCAL Y FEDERAL, DIRECTOR GENERAL DE EDUCACIÓN POPULAR, SECRETARIO DE EDUCACIÓN PÚBLICA, PRESIDENTE DEL “INSTITUTO PRÁCTICO DE ORATORIA”, (IPOP), JEFE DE LAS PÁGINAS EDITORIALES DEL PERIÓDICO “EL UNIVERSAL” Y PRIMER CAMPEON NACIONAL VERACRUZANO DEL AFAMADO CONCURSO REALIZADO POR DICHO PERIÓDICO DE CIRCULACIÓN NACIONAL”, EN EL AÑO DE 1965, REPRESENTANDO CON DIGNIDAD Y ORGULLO A SU ESTADO NATAL”.

 

 

El vocablo UNIVERSAL según el Diccionario de la Real Academia Española, se denomina y hace alusión al Universo, es decir, que comprende o es común a todos en su especie, sin excepción de ninguno, también suele definirse con tal carácter a lo que comprende todo en la especie de que se habla; finalmente, también se define con la referida palabra, al dicho de una persona versada en muchos saberes.

 

La palabra ORATORIA, proviene del latín oratorius, es un adjetivo perteneciente o relativo a la oratoria, a la elocuencia o al orador; dícese también de la capacidad que tiene como cualidad el ser humano de poder hablar bien en público y convencerlo, emocionarlo o hacerlo disfrutar.

 

Dentro de la llamada clase política, se afirma sin lugar a dudas que “los políticos” debieran ser grandes oradores y también ser dóciles a recibir cursos/clases de oratoria, máxime que de utilizar y emplear la oratoria como debiere ser lo correcto, y al aprender a hablar bien en público, convencerían a la ciudadanía y a los futuros votantes en la elección de que se tratare, por mencionar un ejemplo. Las personas, hombres, -desde luego- que reciben el “llamado” para convertirse en sacerdotes dentro de la religión católica, acuden y llevan en su mapa curricular a cursar, clases de Oratoria, y de cómo dirigirse en un futuro, a su feligresía.

Suele afirmarse que un político, una persona, un maestro, un amigo, pueden engañar a su contraparte con la propia verdad o mentira que están sosteniendo, gracias a los buenos oficios de utilizar un correcto o mal empleo de la oratoria como recurso.  (cfr. https://www.alcalorpolitico.com/informacion/da-tristeza-y-pena-ver-que-diputados-de-veracruz-no-saben-como-hablar-282834.html).

 

Lo UNIVERSAL de la ORATORIA significa que, a través del circuito del habla, se tiene la factibilidad de relacionarse con todos los seres humanos. Hablar, es una cualidad y característica del hombre, condición sine qua non y careciendo o adoleciendo de ella, no se podría interrelacionar y, en consecuencia, se perdería toda capacidad de poder comunicarse con los semejantes.

 

La Oratoria no es una actividad superflua; no es una prueba de esgrima, tampoco lo es, una simple “bolsa” de trabajo; realmente ser un Orador de altura, y de los cuales, ha habido y hay poquísimos, en México y en Veracruz, (José Muñoz Cota, Félix Pallaviccini, Alejandro Gómez Arias, Arturo García Formeti, Luciano Kubli, Luis I. Rodríguez, Porfirio Muñoz Ledo, Fernando Córdoba Lobo, Augusto Ponce Coronado, Celso H. Delgado, Ignacio Altamirano Marín, Raúl Olivares Vionet, Fidel Herrera Beltrán, Marcelo Ramírez, Juan José Rodríguez Pratts, Romeo Cuervo, Miguel A. Hernández Correa, Adolfo Mota, Adolfo Ramírez Arana, Pilar Rodríguez Ibáñez, Susano García y García, Iván Alarcón Arrollo, Enrique Mendoza Corrales, entre otros), requiere realmente un sacrificio cotidiano.

 

Para ser un Orador, se necesita tener la cualidad de poseer entre otras virtudes, una excelente voz, saber impostar la misma; triunfar como un Gran Orador exige permanentemente: leer, leer y leer; asimismo, debe el orador, tener la cualidad de poseer una destreza y habilidad mental, característico en ellos, de tal manera que, si la persona no se prepara y no cultiva “su saber”, jamás será siquiera un orador común.

 

Saber impostar y educar la voz, es privilegio de unos cuantos (Rafael Arreola Molina, Eduardo Andrade Sánchez, Guillermo Zúñiga, Inocencio Yañez Vicencio), para ello, se requieren constantes y arduas sesiones de ejercicio y preparación.

 

Marco Tulio Cicerón, quien fue un jurista, filósofo, escritor, político y orador romano, afirma con lapidarias palabras que un Orador impone una consagración al estudio. Él es considerado uno de los más grandes retóricos de la prosa en latín de la República Romana.

 

Es justo citar también al gran monstruo de la oratoria: Demóstenes, quien fue un político ateniense, considerado muy a pesar del defecto físico que tenía, (ser tartamudo), y vencer el mismo con gallardía, hasta convertirse en el mejor orador de la Grecia antigua.

 

La Oratoria, no es un vestido de lujo que se usa en los festivales y ceremonias; es sin lugar a dudas, la expresión literal de la cultura individual. El discurso vuelve transparente a quien habla; es como si se desnudara de vanas apariencias y tuviera el valor de su propia desnudez.

 

La palabra es fuego y debe ser del fuego frio que aconseja Federico Nietzsche. Nada vale la pena si la pasión no mueve la conducta. La Oratoria, es una embriaguez de ideas, de imágenes, de metáforas, de adjetivos y sustantivos con la bayoneta calada. Cada orador tiene y posee un estilo muy propio para hablar, hay personas que, al subir a la tribuna, o dirigir un discurso (sin necesidad incluso de utilizar micrófono), se transforman y realizan maravillas con su preciada voz, que, por cierto, es lo más valioso de un Orador, su herramienta más importante para dirigirse al auditorio de que se trate.

 

Aquí es importante mencionar que el miedo escénico o la pérdida de ideas o de la memoria, son los principales enemigos del orador (desde luego lo es también lo que coloquialmente se conoce como “perder la voz”, quedarse afónico); para ello, un orador en potencia con cualidades propias, día con día, se prepara para afrontarlas y derrotarlas, jamás las evade, o “esquiva”. El orador no pierde jamás el manejo de las riendas, sabe hacia dónde conducir al caballo devorador de distancias. Un orador es quien habla, cada vez que los hace, mejor que en la ocasión anterior. Es también un estudioso de la palabra, un devoto de la expresión fiel, verdadera, profunda, clara y sencilla y, si es posible una expresión bella.

 

Es oportuno referenciar que a instancias de las máximas autoridades directivas del periódico “El Universal”, el Gran Diario de México, desde el día 26 de mayo del año 2015, fue instaurado por Decreto el “Día Nacional de la Oratoria” constituyéndose el primer viernes de marzo de cada año para celebrar tal acontecimiento.

 

Finalmente, metafóricamente hablando y utilizando comparaciones, el orador es el jardinero de la esperanza; puede vencer al dolor y a la muerte; puede vencer a la sombre y provocar la luz; puede, con las palabras, cumplir el compromiso divino y hacer de los simples y diminutos hombrecillos, seres como los ángeles, según la promesa de la Biblia, puede “incendiar” tribunas, o dejarlas expectantes llegando incluso a “escuchar” un sonido sepulcral, así también, puede “congelar” auditorios.

 

Cada orador es el ciudadano de la palabra libre… el huésped permanente de la libertad.

 

¡EL SER HUMANO AL IGUAL QUE EL POETA NACE, EL ORADOR SE HACE!