«Los dimes y diretes de la política mexicana no desaparecerán hasta que exista un sistema en que todos pierdan cuando no hacen la chamba, es decir cuando ninguno de los actores políticos pueda eludir su responsabilidad sin que se evidencíe su falta. La falta de un sistema de equilibrios premia el conflicto, propicia la parálisis y es fuente permanente de intriga y desconfianza. Mientras sigamos viviendo en un entorno que premia al que, por ausencia de equilibrios, unos se precian sistemáticamente de derrotar a los otros, las columnas política estarán saturadas pero la democracia mexicana y el desafío del país seguirán paralizados». Lo escribió, hace siete años, el lúcido Luis Rubio en «Reforma».