Nos dieron el avión
Por: Zaira Rosas
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El avión presidencial fue uno de los principales temas desde la campaña por la presidencia de Andrés Manuel López Obrador, en medio de una nación con más del 45% de su población viviendo en condiciones de pobreza, hablar de los gastos estrafalarios en innecesarios de gobiernos anteriores era una de las premisas que más popularidad le otorgaban al entonces candidato.
Ahora ya en el poder hay compromisos que deben cumplirse, la venta de un avión cuyo costo fue de 218 millones de dólares es uno de ellos, hasta la fecha la venta no se ha concretado, han aparecido supuestos compradores, pero aún nada efectivo, por ello a principios de 2020, surgió la idea de rifarlo, por quinientos pesos cualquier persona podría ser el propietario de un Boeing 787 Dreamliner. El único inconveniente era ¿qué haría el ganador con el avión?
En un país donde el ingreso promedio por hogar es de aproximadamente 16,500 pesos, resultaba ilógico pensar que el ganador del avión podría pagar un mantenimiento anual equivalente a más de 35 millones de pesos, por ello después de algunos meses la idea se transformó en una rifa de efectivo, así el avión pasó nuevamente a ser un símbolo. Además, con la llegada de la pandemia parte de todo lo recaudado de la venta de boletos se donaría para compra de equipo médico.
Llegó el momento de la rifa, sólo se logró vender un 78% de los boletos esperados, considerando que gran parte de ellos fue adquirido por los empresarios más poderosos del país, entre los que destacaron: Carlos Slim, Emilio Azcárraga, Olegario Vázquez, entre otros. De ahí que al final los ganadores de dicha rifa fueran escuelas y hospitales. De acuerdo a la Lotería Nacional y al presidente, el premio de los 24 boletos ganadores que no fueron vendidos se destinará al Instituto de Salud para el Bienestar.
Hablar del avión ha sido importante porque representa la desigualdad y los contrastes de México, el mismo presidente declaró en su momento que era un insulto que el gobierno fuese rico mientras el pueblo pobre. Sin embargo, en medio de la contingencia sanitaria que se vive a nivel mundial, es innecesario dar recorridos para mostrar las extravagancias de un avión mientras que a México le apremia saber cómo superar la crisis sanitaria y económica.
El avión también se convirtió en un símbolo de una farsa, de la terquedad de dar continuidad a una agenda que no corresponde con las necesidades más apremiantes del país. Después de casi dos años de gobierno seguimos bajo el mismo discurso que si bien mantiene la apreciación de algunos, ya no es suficiente para grupos que exigen justicia, respeto a los derechos humanos y posturas más contundentes respecto a las problemáticas del país.
Para algunos críticos y analistas políticos el avión era parte de un show, mismo que ahora tendrá continuidad con la consulta ciudadana para decidir si los expresidentes deben ser sometidos a juicio. ¿Por qué la insistencia en temas que tienen que ver con gobiernos anteriores en lugar de atender las crisis actuales del país? Porque así se mantiene viva la indignación. No se requiere mucho para avivar el rencor que ocasionaron los abusos de sexenios anteriores, pero el presente pide a gritos un líder capaz de hacer frente a los estragos de la pandemia, requiere de un pueblo centrado en propuestas críticas, que deje de lado las polarizaciones que sólo generan mayor caos. Mientras el común se entretenga con las rifas y escándalos del pasado, a quienes nos preocupe el futuro del país hemos de centrarnos en reactivar la economía local, escuchar a grupos feministas, desempleados, víctimas de la inseguridad y demás agraviados.
No cometamos el mismo error de gobiernos anteriores que dejaron que el odio y la inconformidad se activaran para ser utilizados después políticamente. Sí hay otras formas de actuar desde la colectividad y el apoyo social, en medio de la contingencia he visto a negocios prosperar gracias al interés de otros, historias que conmovieron al país y que sumando gritos se hicieron notar. Ese es el liderazgo de México, repartido en quienes seguramente despiertan pensando ¿cómo puedo sumar a mi nación hoy? quizás es momento de encontrar nuevas alternativas para lograr el avance que añoramos. El gobierno nos dio el avión creyendo que era lo que queríamos, pero en realidad esperábamos el boleto de un nuevo destino.