Espejismos de una pandemia

Por: Zaira Rosas

zairosas.22@nullgmail.com

El mundo se ha fatigado, lo que inició como un periodo de cuarentena, se ha extendido por más de seis meses, dejando detrás un sinfín de consecuencias económicas, alertas en el sistema de salud y millones de vidas perdidas alrededor del mundo. La estrategia aplicada al momento es insostenible mentalmente, pero también parece la única alternativa ante la falta de responsabilidad y coordinación social.

México es el reflejo de lo que ocurre en el mundo y comenzamos a mostrar alertas de un rebrote por COVID-19. Es curioso como en poco tiempo nos familiarizamos con estos términos, también nos empeñamos en estandarizar otros como “sanitizar”, si el lenguaje comienza a modificarse, ¿por qué nos cuesta tanto este cambio en nuestro ritmo de vida? Quizás porque creímos que sería algo breve y temporal, porque teníamos la esperanza en una pronta cura o porque el privilegio nos nubla la empatía. Pero con el cambio de estación hemos descubierto que la transformación de nuestras vidas también es inminente.

En Estados Unidos alrededor de 700 personas mueren al día por consecuencia del virus, ya resulta innecesario nombrarlo, pues es por demás conocido. En Europa se han incrementado notablemente los contagios en países como Alemania, España, Italia, etc. Francia ha implementado de nueva cuenta alerta máxima, ordenando a muchas ciudades cerrar bares, gimnasios y centros deportivos.

Los datos anteriores no son para causar miedo, son por prevención, para entender que el virus sigue presente y que las estadísticas van más allá de los números. Representan vidas perdidas, familias sufriendo e infinidad de sueños pausados porque las secuelas de la pandemia se extienden en salud, educación y economía. La disminución de contagios en algunos puntos de la república fue resultado de constancia y responsabilidad, sin embargo, de inmediato nos relajamos.

La apertura de espacios públicos hizo que ganara el hartazgo acumulado, que comenzara a ganar la irresponsabilidad. Abrir negocios y espacios recreativos era necesario por el bien de nuestra economía, la necesidad de quienes dependen de ello es evidente, por ello ante las señales tempranas de un rebrote no podemos bajar la guardia. El uso de cubrebocas es indispensable, si los negocios y espacios públicos están cumpliendo con medidas básicas para el cuidado de nuestra salud, también es inminente como ciudadanos poner de nuestra parte y respetar esos protocolos.