Venus y los fideicomisos
Adalberto Tejeda-Martínez
El liberalismo mexicano produjo científicos verdaderos, y el porfirismo los pseudocientíficos comandados por Limantour que a nombre de la ciencia pretendieron perpetuar la tienda de raya y la jornada de trabajo de 16 horas.
De los primeros cuando menos media docena fueron xalapeños: Rafael Lucio (1819-1886), médico, epidemiólogo, aclaró las causas de la lepra manchada; Francisco de Garay (1823-1896), ingeniero civil; Manuel Rivera y Cambas (1840-1917), ingeniero de minas e historiador; Manuel Fernández Leal (1831-1909), astrónomo, y Francisco Díaz Covarrubias (1831-1889), también astrónomo.
Díaz Covarrubias egresó del Colegio de Minería. Fundó el observatorio Astronómico de Chapultepec y a los 25 años predijo con acierto que el eclipse solar del 25 de marzo de 1857 sería visible en la ciudad de México, contra lo pronosticado por la generalidad de sus colegas.
Militó en el Partido Liberal, despreció los ofrecimientos de Maximiliano, fue Oficial Mayor de la Secretaría de Fomento con Benito Juárez, y de Sebastián Lerdo de Tejada recibió apoyo para la Comisión Astronómica Mexicana que se trasladó al Japón para observar el paso de Venus por el disco del Sol en 1874.
En 1716 Edmund Halley había demostrado que para calcular la distancia de la Tierra al Sol bastaba medir con precisión el tiempo que le lleva a algún planeta cruzar frente al Sol. Venus lo hizo en 1761. Gentil de la Galaisire -de la Academia de Ciencias de Francia- llegó tarde a la India para hacer sus observaciones. Decidió esperar ahí hasta 1769, cuando volvería a presentarse el fenómeno. Cuando regresó a Francia lo daban por muerto y ya otro ocupaba la cátedra que los tribunales se negaron a restituirle.
En ese mismo 1769 una comisión francohispana se trasladó a Baja California, pero tres de los cuatro integrantes perecieron de fiebre amarilla y el único sobreviviente tuvo que compartir el mérito de las mediciones desde esas latitudes con el criollo Joaquín Fernández de León.
Para 1874 los telescopios eran mucho más precisos. El presidente Lerdo autorizó que la Comisión Astronómica Mexicana se trasladara al Lejano Oriente, donde el tránsito de Venus por el disco solar sería visible. El 8 de diciembre de 1874, desde Japón, hicieron sus observaciones los xalapeños Díaz Covarrubias y Fernández Leal junto con Agustín Barroso.
La Comisión había partido de la ciudad de México el 18 de septiembre de 1874 llevando consigo dos telescopios, teodolitos y otros instrumentos; viajó a Veracruz, La Habana, Nueva York, San Francisco, la Conchincina –hoy Vietnam- y, finalmente, Japón. Ese mismo año, antes que cualquier otro grupo científico, se publicó en París el opúsculo «Observaciones del tránsito de Venus hechas en Japón por la Comisión Astronómica Mexicana». En 1882 apareció en México la «Exposición popular del objeto y utilidad de la observación del paso de Venus por el disco del Sol», obra tardía con que se quiso defender al expresidente Lerdo de Tejada de los ataques de los porfiristas por haber patrocinado ese viaje. Esa actitud del porfirismo en contra de la inserción de México en el concierto de la ciencia mundial, se habría de repetir 140 años después con la desaparición de los fideicomisos de apoyo a la investigación científica.