Cosmovisión
Por: Raúl López Gómez
Réquiem a don Arturo Lona Reyes, Obispo Emérito de Tehuantepec
Luto en México en el pueblo católico, la obra cristiana fundamentalmente de apego de don Arturo Lona, a la palabra de Jesús de Nazaret, en la mayor parte de su larga vida al servicio de Dios y de los pobres en una amplia región de Oaxaca.
Fue un hombre muy fuerte, vigoroso, moreno, de humildad franciscana, don Arturo Lona Reyes, como obispo emérito de Tehuantepec, nunca dejó de trabajar por los pobres. “los pobres se evangelizan”.
Creo más de quince bachilleratos y una universidad en la región istmeña de Oaxaca, impulsando una lucha por los pobres en contra de los grupos de poderes caciquiles en la región.
Entregó su alma al Creador, en la víspera del cumpleaños número 94, de una vida larga y fructífera para las causas cristianas, luego de una intensa obra franciscana profunda y de resultados en el Istmo de Tehuantepec.
Iniciador de la Teología de la Liberación en lo setentas, junto a don Samuel Ruiz obispo de San Cristóbal de las Casas y del arzobispo de Antequera, Oaxaca, don Bartolomé Carrasco Briseño, desde esa época aportó como una propuesta a la iglesia universal, y de apego, a todos los dogmas cristianos de ir a los pobres y llevar a todos, la palabra de los evangelios, pero también en la pobreza ayudaba a la gente a convertirse y a ser parte de los sacramentos con una solidaridad inaudita.
Sufrió once atentados, que no pudieron quitarle la vida y que recibió varias emboscadas con armas de alto poder de los personajes que se negaban a su lucha por los pobres en defensa de migrantes, del medio ambiente, y toda la explotación a la que se sometía a la población indígena, principalmente.
A finales de los años setentas, llegaron a Tehuantepec, un grupo de jóvenes de Veracruz de las Jornadas de Vida Cristiana, invitados por el padre Silvino y el obispo Arturo Lona, había sino nombrado obispo en 1971 por el Papa Paulo VI.
Toño Remes, Héctor Hernández Cruz, Francisco Pastor Medina León, Jorge Reyes y el que esto escribe- llegaban para ofrecer y compartir la primera jornada de vida cristiana ante un promedio de quinientos jóvenes albergados en el Colegio Motolinía de Tehuantepec.
Eran esos tiempos difíciles de los grupos juveniles radicales que imperaban en la zona, con los que se dialogó ampliamente, impregnados por una lucha social de defensa de la vida, la integridad de sus familias y de la dignidad cristiana, se les vio al inicio resistentes a convivir con los jóvenes veracruzanos de aquella época en tierras istmeñas.
Fluía el zapoteco, la música de las canciones tradicionales la llorona, el feo, la sandunga y se escuchaba en el pueblo aquella música tradicional de banda desde las casas con la bocina a todo volumen.
Se aprendió a conocer una tierra de costumbres ancestrales en donde se conjunta la fiesta a la que se llama “Vela” en las mayordomías con el festejo a los santos en las parroquias, y se hacen con la participación del pueblo, de toda la gente que acude a la iglesia, pero la celebración es abundante y se puede extender hasta en más siete días con la presencia de mucha bebida y mucha comida.
Todos esos conceptos de los pueblos originarios, eran parte de una época difícil en donde a los jóvenes se les perseguía de todas partes, desde el gobierno y los grupos caciquiles.
Por eso, el obispo Arturo Lona, se convirtió en un padre protector de los derechos humanos y libertador de los jóvenes en el Istmo de Tehuantepec, y sembró la semilla cristiana, pero también el trabajo honesto, mediante el estudio, las empresas de producción comunitarias y el avance de toda una región como nunca antes se había visto en el país.
Como obispo emérito, siguió con sus grandes aportes, recientemente se había reunido en palacio nacional con el presidente AMLO, fueron amigos y se llevaron siempre bien, unidos en la causa de los pobres.
El que esto escribe, le conoció en aquellos tiempos entre 1977 y 1981, lo traté y conocí con orgullo a un personaje sencillo, siempre lo he recordado en todos estos años por gran obra cristiana y portando su cruz de madera en el pecho, inolvidable.
Después de su periodo de Obispo, vivió en Lagunas, Oaxaca, en una congregación de monjas. Va la anécdota de la madre Agueda González Méndez, la hermana Tulita, de la Congregación de religiosas Siervas del Sagrado Corazón de Jesús y de los Pobres, tía del arquitecto Miguel Angel Enríquez González.
Cuando andaba en aquellas tierras dedicada de por vida al Señor, de aquel día dice—llegó a la casa de retiro—un señor que vestía pantalón de mezclilla, guaraches y su camiseta de algodón de color blanco, no había visto su cruz de madera, comentó —aquí les traigo algo para la despensa, déjela ahí,–respondió la hermana, Cuando por fin se dio cuenta que era don Arturo Lona, que en su camioneta pick up que llevaba los alimentos, le ofreció apenada una disculpa –Señor Obispo, no le había reconocido, –no se preocupe hermana, a los ojos de Dios, todos somos iguales— la madre Tulita, recordaba emocionada a sus años de estancia en aquellas tierras y que conoció al obispo de Tehuantepec, que ha sido un ejemplo a seguir entre los cristianos.
Don Arturo Lona Reyes, nació el 1 noviembre 1925, era originario de Aguascalientes. Partió al encuentro del Señor en la víspera de su cumpleaños número 94. Había sido internado por una dolencia de la columna vertebral, pero se contagió de Covid-19 en el hospital, y por el padecimiento de su diabetes se agravó y no resistió más.
Entre los mensajes por fallecimiento, el del presidente AMLO, el gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, y de la iglesia católica universal, a un hombre que llevó toda una vida de santidad y sirvió a Dios, hasta el último día de su vida. QEPD.
Grandes recuerdos a grandes ejemplos cristianos, seguramente pronto estará don Arturo Lona a Reyes en los altares, como un Siervo de Dios. Así sea. Así las cosas.