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¿Covid arrebatará la Navidad? cae venta de árboles en Las Vigas CC

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E-Consulta Veracruz

Productores de pinos certificados en las faldas del Cofre de Perote señalan que las ventas han caído a la mitad este 2020

 

Clientes mayores, los que más se esmeran en conservar la tradición, no han llegado a cortar su pino de Navidad. A diferencia de años anteriores, sin la amenaza de la enfermedad del SARS-CoV2, el rancho “La Yerbabuena” en Las Vigas de Ramírez registra una caída del 40 por ciento en sus ventas para esta época del año.

Poco a poco van llegando visitantes que cumplen con el protocolo sanitario y uso de cubrebocas, pero ahora son escasos los ancianos que hacen el viaje. Generalmente las parejas jóvenes acudían con sus hijos pequeños acompañados de los abuelos, pero en este 2020 esta tradición también está cambiado.

Los adultos mayores optan cuidarse del virus y mejor se quedan en casa. Con años dedicado a la producción y venta de árboles, Leonardo Fernández Landa considera como un hecho que para esta Navidad habrá menos visitantes y ventas en sus terrenos.

El productor independiente, quien ha dedicado 30 años al cultivo de árboles de Navidad y 14 años a su venta, explica que “los abuelos” generalmente son los compradores más fieles en el rancho “La Yerbabuena”, pero en esta ocasión están brillando por su ausencia.

LA YERBABUENA

Las Vigas de Ramírez, según el corte del pasado 21 de noviembre, acumuló 24 contagios y 3 defunciones por covid-19. Por su nivel de riesgo covid, la demarcación reporta «medio» o color «amarillo» en el semáforo.

«El tema de la pandemia sí nos ha afectado un poco ya que anteriormente nos visitaban familias con los abuelitos, personas mayores, ahora nos damos en cuenta que estas personas no nos han visitado por lo mismo de los cuidados que están llevando», expresó el silvicultor.

Actualmente el rancho padece una «merma» en la venta que está rozando la mitad de lo que se comerciaba en años anteriores. Fernández Landa comenta que el descenso en las ventas lo afecta a él y a los 22 trabajadores. Detalla que además hay cinco empleadas en la cocina y durante el resto del año emplea a otras 6 personas de manera permanente para el cultivo y cuidado de los pinos.

«Afortunadamente no hemos dado de baja a los trabajadores que tenemos aquí de base porque también ellos necesitan el trabajo y no podemos dejarlos ir porque ellos forman parte del trabajo de ‘La Yerbabuena’», destaca el silvicultor, atareado para tener listo el lugar para recibir a los compradores.

Lonardo explica que actualmente solo produce dos variedades de conífera: el pino Douglas y el oyamel, este último endémico de la región montañosa central de Veracruz, valorado por su aroma agradable y cuyas semillas las obtiene en las faldas del Cofre de Perote.

NEGOCIO FAMILIAR

En el caso de “La Yerbabuena”, el campesino explica que comenzó a plantar especies forestales para rotar los cultivos en la región. De hecho, en las tierras del rancho antes producían haba, frijol, maíz y otros granos, pero la época navideña significó una oportunidad de emprender.

Las pocas ganancias que daban los cultivos tradicionales animaron a Fernández Landa a reorientar los cultivos de sus tierras a la plantación de pinos de Navidad, lo que le ha dejado grandes satisfacciones en el largo plazo.

«El árbol de Navidad es una larga espera porque son 5 a 6 años para cosechar un árbol de una talla de dos metros. Todo esto surgió como una inquietud de la familia».

Admite que su familia, conformada por su esposa Elena Marín López, con quien tiene 32 años de casado, y sus dos hijos Daniel Fernández Marín y Sandra Elena Fernández Marín, fue comprensiva cuando les planteó la idea de cambiar de sembradíos.

«Va a ser un largo tiempo de espera, de inversión, porque se invierte en mano de obra e insumos, pero pues me apoyaron y es un negocio que afortunadamente es benéfico para la familia y los trabajadores de la región, así lo está siendo a pesar de la pandemia».

Además cada temporada de Navidad el negocio fue creciendo y ahora permite a los comerciantes de los alrededores que lleguen a vender artesanías como esferas y coronas navideñas, así como otros artículos alusivos a las fiestas decembrinas.

Cada temporada, “La Yerbabuena” abre de a las ocho de la mañana a 5 de la tarde, de domingo a sábado, hasta que termine la temporada el 12 de diciembre, según explica el productor.

NEGOCIO ARDUO

En el caso del rancho de este rancho la «matriz» se extiende a lo largo de 5 hectáreas de cultivo. Por lo tanto, se prevé abrir al público nuevas plantaciones en un lapso de dos a tres años.

«Aproximadamente de pino Oyamel y Douglas son 15 hectáreas, en total, la matriz cuenta con 5 hectáreas nada más».

De acuerdo con el Censo Agropecuario-forestal del INEGI, el estado de Veracruz suma 100 mil 113.66 hectáreas dedicadas a la actividad forestal, distribuidas en 19 mil 619 terrenos.

Tan solo Las Vigas hay 975 hectáreas enfocadas la producción forestal, distribuidas en 153 predios. De estos, 13 corresponden a grandes productores donde se cultivan 90 hectáreas y 140 a pequeños silvicultores, con una producción de 885 hectáreas.

En Las Vigas, el pino y sus subespecies se cultivan en 127 predios con una suma de 789 hectáreas.

Comparativamente, Las Vigas aporta un 1.6 por ciento de la producción de estos árboles en la entidad. En el caso de “La Yerbabuena”, con sus 15 hectáreas totales de cultivo, convierten a Leonardo Fernández Landa en un productor independiente que día a día hace la lucha por subsistir.

El volumen obliga a los trabajadores a dar un mantenimiento continuo al rancho durante todo el año, explica, señalando que por el momento la empresa registra una producción menor y menos ganancias.

«A las plantaciones todo el año estamos dándole mantenimiento y ahorita el trabajo fuerte, para recibir a todos los visitantes, es esta temporada de noviembre y diciembre cuando nos visita un buen número de personas. Ya el nombre de ‘La Yerbabuena’ es conocido en Xalapa, Veracruz, Puebla, México, y algunos estados de la República Mexicana y somos conocido por muchos visitantes de México».

PINOS CERTIFICADOS

Fernández Landa explicó que en 2013, 2014 y 2015 el rancho vendió pinos en la ciudad de Xalapa, sin embargo, cuenta con poca producción y la venta se limita solo en el rancho.

«Sí era rentable, pero lo que pasa es que teníamos bastante producción y sí nos vimos en la necesidad de salir a la ciudad de Xalapa a buscar el mercado».

Añade que esta actividad enfrenta problemas, entre estas, las plagas características de las especies de coníferas. Sin embargo, le venta de los arboles ayuda a evitar la tala de bosques protegidos, un problema histórico de la región.

«En este caso al oyamel le pega en agosto y septiembre la plaga de pulgón y debemos combatirlo ahora sí, con insecticidas porque nos echa a perder, se come la hoja y el tallo. El Douglas es más duro y no lo penetra».

Explicó que de parte del Gobierno, la Comisión Nacional Forestal apoya a los silvicultores con un recurso inicial de entre 4 mil pesos a 5 mil pesos, un monto pequeño para el dinero que invierten por cada árbol.

«Ya el producto como tal tenemos un vivero en el Rancho La Yerbabuena, un vivero donde nos dedicamos a producir los árboles desde pequeño hasta cuando se cosecha».

Leonardo Fernández agrega que el cultivo inicia cuando acuden a las faldas del Cofre de Perote a recolectar la semilla y después la depuran, la limpian y cultivan la plántula para envasarlas en recibientes de 15 por 20 centímetros. Posteriormente la siembran en un sustrato, en donde recibe más cuidados por parte de los silvicultores.

«Es muy difícil que se aclimate aquí el arbolito, pero se le da un tratamiento y se va quedando, y lo tenemos un tiempo de dos años en el vivero hasta que alcanza una talla de 40 a 60 centímetros».

Finalmente, ya con esa altura, se traslada en campo para continuar con su crecimiento y el último paso es que se pueda cosechar, garantizando a los clientes que se trata de un árbol que no proviene de un bosque protegido

«Son dos años en el vivero y cinco en el año ya plantado, aproximadamente son 5 años para la venta; desde que la plantamos en el suelo tarda entre cinco a seis años».

PRODUCCIÓN SUSTENTABLE

El productor recomendó a los compradores a revisar en donde compran este adorno navideño. Menciona que el rancho “La Yerbabuena” cuenta con su respectivo registro de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y de la Comisión Nacional Forestal (Conafor), con el número de identificación.

«Y con ese numerito podemos transportar a dónde sea, dentro del país el arbolito de Navidad, con este número está asegurado el trayecto del arbolito a donde lo lleven y a cualquier estado de la República», añadió.

Fernández Landa insta a exigir el número de identificación al momento de adquirir un árbol.

«Si algún arbolito no lleva este certificado, y que cada productor tiene diferente color, debe llevar un numerito y si no lo lleva es un árbol sustraído ilegalmente y se fomenta la tala ilegal y el clandestinaje».

En ese sentido, el productor aclaró que la Semarnat requiere a los silvicultores plantar en tierras de cultivo, y con lo anterior, no se devastan tierras. Entre los servicios proporcionados, los ranchos forestales captan agua, producen oxígeno y retienen bióxido de carbono. Pese a los beneficios de la producción silvícola, Veracruz reporta una baja actividad en cuanto a la reforestación.

Ante todo el esfuerzo e inversión, Leonardo consideró que los precios de los resultan competitivos entre las fincas forestales, aunque igual depende de cada silvicultor y la especie en venta, entre el pino oyamel, el Douglas, el Vikingo y el ciprés.

«En el rancho La Yerbabuena cultivamos puro Oyamel y Douglas, y este tipo de árbol es más elevado su precio porque su mantenimiento implica más dedicación».

Confió que el escenario de la pandemia pronto permita una mayor movilidad de las personas y una reactivación económica, al menos para 2021.

«Esto ojalá y Dios quiera se controle en un lapso no muy lejano. Tenemos que seguir trabajando. La vida sigue y tenemos que seguir trabajando. Vamos a tratar de no afectar la plantilla del personal porque forman parte del rancho y los sentimos hasta como de la familia».