Así no, Vicente, así no

 

Soy uno más de los millones de fans del gran Vicente Fernández, como cantante de ranchero y desde sus primeras apariciones en televisión en los años 70 en programas emblemáticos de la pantalla chica como ‘Noches tapatías’, en donde alternó con estrellas ya consolidadas en aquel entonces como Lucha Villa y Lola Beltrán. No he visto su filmografía completa, pero vi algunos de sus más grandes éxitos cinematográficos como ‘Tacos al carbón’ (1972), ‘Entre monjas anda el diablo’ (1973), ‘El hijo del pueblo’ (1974), ‘El albañil’ (1975), ‘La ley del monte’ (1976), ‘El arracadas’ (1978) y ‘El tahúr’ (1979), que son algunas de las que me acuerdo. La mayoría las he visto en la televisión, pero algunas las he visto en vivo y directo en salas cinematográficas de barrio como el ‘Viaducto’, ya desaparecido, que se ubicaba sobre la calzada de Tlalpan, a un costado de la estación del metro dirección Taxqueña. En ese cine, si no mal recuerdo vi ‘El  tahúr’.

 

Y por supuesto también vi algunas de sus numerosas presentaciones en ‘Siempre en domingo’ de Raúl Velasco, en el Teatro Blanquita y en algún palenque, que no recuerdo si fue en la Feria del Caballo de Texcoco, en Ilang Ilang en el puerto de Veracruz o en Puebla. Sus presentaciones palenqueras son un espectáculo caro que vale lo que la gente paga por ver al de Huentitán. El cantante desquita hasta el último centavo. Muchas veces, quizá las más, y me refiero a cuando el charro cantor estaba en la plenitud de sus condiciones físicas, cantaba hasta que el público se lo pedía, sus audiciones a veces rebasaban las tres horas, en donde, a la par de las canciones Chente le daba baje a una botella de tequila o de cognac.

 

En suma, Vicente Fernández es (fue, ya no está en activo) un cantante que llenó toda una época con sus canciones. Tal vez 50 años o más de una vida llena de éxitos artísticos y profesionales. Chente, por su voz es un artista amado y venerado en todo el continente y en Estados Unidos y Canadá la población latina lo tiene en un pedestal que es reservado solo para los dioses. En suma, Vicente es de esos artistas que se dan cada 100 años y hoy ocupa un lugar entre los más grandes de la canción vernácula de México: Jorge Negrete, Pedro Infante, Javier Solís, Antonio Aguilar y Luis Aguilar.

 

Pero no todo es miel sobre hojuelas en la vida del cantante. Recién se suscitó un escándalo alrededor de la vida del cantante que ha generado todo tipo de reacciones, algunas a favor, pero, las más, me parece, en contra. Como la mayoría de ustedes saben o conocen, en los últimos días han salido a la luz pública una serie de vídeos caseros en donde se muestra a la leyenda fungiendo de anfitrión de numerosas fans en su rancho de las afueras de Guadalajara. En muchos de ellos se lo ve al cantante posando con sus espontáneas invitadas para instantáneas y vídeos, pasándose de efusivo en sus muestras de afecto y cariño para las invitadas. Se han develado imágenes en donde Chente se ha excedido con sus caricias, sobrepasándose en sus caricias –tocamientos- de senos y otras partes de las damas.

 

Ufff, a Vicente el mayor de mis reconocimientos como embajador de la música ranchera mexicana en el mundo. Me pongo de pie y manifiesto mi orgullo por el cantante, pero no puedo pasar por alto estos excesos de Chente. No puedo ser cómplice ni hacerme de la vista gorda. No llego a la indignación, pero sí me molesta una conducta así de su parte, porque lo primero que se me viene a la mente es preguntarme por qué hace eso, pero qué necesidad en un cantante que lo tiene todo y que no tiene por qué abusar de la buena fe de sus incautas fans. Desde luego que es una posición abusiva y de poder de parte de Vicente. Hace 40 o 50 años muchos se lo hubieran festejado, inclusive hoy en día habrá muchos que se lo sigan celebrando y justifiquen su conducta, pero hoy en día esas pasadas de lanza ya no se permiten.

 

No lo veo como una inmoralidad de Chente, al fin y al cabo el cantante creció y se hizo hombre en un ambiente en donde esos acosos eran normales. Antes no se pedía permiso, conductas así son resultado de ambientes patriarcales –que son parientes del machismo- donde la voluntad del hombre era lo predominante. Creo que Vicente se ha equivocado al persistir en esas conductas ofensivas para la mujer. Me parece, además, que ya no está ni siquiera en edad como para andar en esas andadas que ya ni le quedan. Perdón, pero es ridículo.

 

Para todo hay tiempo en esta vida, mi querido Chente, una buena disculpa a las damas ofendidas de tu parte creo que sería lo más conveniente.

 

gama_300@nullhotmail.com  @marcogonzalezga