Semana Mayor

Agustín Basilio de la Vega

Esta será la segunda Semana Santa que se celebrará en medio de la pandemia del Covid-19. En el mundo se han reportado oficialmente 2,776,175 muertos y más de 126 millones de casos confirmados en 223 países o áreas, de acuerdo con las cifras oficiales que son reportadas a la Organización Mundial de la Salud.

Desde el 11 de marzo del 2020, día en que la OMS declaró la pandemia, han pasado 383 días y en México se han confirmado 2,224,767 casos y 201,429 fallecidos por Covid-19 (cifra que supera por mucho los 60 mil muertos que el gobierno declaró como catastróficos hace muchos meses). Se estima que, en realidad, los contagios y muertos son muchos más, pero que se ignora el número exacto debido al deficiente sistema de detección de casos, ya que en nuestro país se realizan muy pocas pruebas.

En todo el mundo está ocurriendo una tercera “ola” de contagios por varias razones que orillan a las personas a socializar: la crisis económica, la falta de trabajo, el hastío de quedarse en casa y de guardar el distanciamiento social, la necesidad de descansar de la rutina o vacacionar, el arribo de la primavera y las reuniones religiosas.

Durante la Semana Santa pasada, el Papa Francisco demostró al mundo que es posible vivir y celebrar la pasión, muerte y resurrección de Jesús de manera espiritual, sin aglomeraciones y apoyándose en la nueva tecnología y los nuevos medios de comunicación. Haciéndolo de esta forma se contribuye ―desde la perspectiva cristiana― al bien común, pues una de las responsabilidades de los católicos es ver por la salud del prójimo.

El quinto mandamiento del decálogo de Moisés es hoy un imperativo global, por lo que es importante reforzar la idea de quedarse en casa, usar el cubre bocas-nariz (mascarilla) de manera correcta en las actividades esenciales y no bajar la guardia, aplicando todas las medidas sanitarias recomendadas como el distanciamiento de 2 m. y el lavarse las manos con agua y jabón, entre otras.

Los concejos parroquiales pueden cuidar a sus sacerdotes y fieles acortando las celebraciones litúrgicas con ritos breves, cantos cortos y trasmitiendo en la red ―tal como lo hace el Vaticano― las celebraciones litúrgicas que nos animan en estos momentos difíciles y dolorosos.

También es importante recordar que para que la comunidad pueda afrontar estos retos es necesario que todos los fieles laicos ayudemos con generosidad, ya que las adecuaciones tecnológicas cuestan bastante dinero y además no se puede dejar de dar mantenimiento a los templos e instalaciones; de igual manera, cada día aumenta el número de personas pobres que se quedan sin trabajo y se acercan a pedir medicinas y ayuda a las parroquias.

Ojalá la próxima Semana Mayor pueda ser diferente, pero mientras no pase la emergencia sanitaria y no hayan suficientes vacunas en México, la mejor forma de vivir el evangelio es poniendo nuestro granito de arena para evitar más contagios y siendo solidarios con los marginados.

Twitter @basiliodelavega                                           29 de marzo de 2021