La autoevaluación.
Por: Ed. Dr. Claudia Viveros Lorenzo
La evaluación es uno de los rubros más sensibles de la educación. Lo chistoso es que muchas veces siempre cae en lo mismo: un examen escrito. Sí, el examen escrito siempre es la prueba fiel a la que siempre nos vamos a apoyar como sustento de cualquier «nota» que como maestros otorguemos.
Se habla de rutas, de rúbricas, de diferentes tipos de evaluación pero el examen escrito, ahí está inamovible. He pasado 24 de mis 44 años estudiando, en diversos niveles e instituciones y me han evaluado de muchas formas. Y de todas, a pesar, y al pasar, siempre estaba involucrado el examen escrito.
¿Por qué no lo podemos soltar? ¿Cuándo vamos a empezar a hablar de autoevaluación? Quizá cuando empecemos a hablar sobre consciencia de aprendizaje. Muchos no tienen consciencia sobre el acto de aprender. Vamos a la escuela desde pequeños, pero no sabemos a qué, divagamos entre si es que acudimos para pasar un rato entretenido fuera de casa, a dejar el hogar paterno un rato libre de nuestras travesuras, a conseguir un papel con calificaciones que hagan sentir orgullosos a nuestros padres, etc. Pero no entendemos que nuestra educación es un acto personal, el cual solo atañe exclusivamente a nosotros y que, es en nosotros y para nosotros que va a rendir frutos. Y es ahí donde debemos incluir la autoevaluación, la cual es una herramienta crucial para saber nuestro avance y desempeño. Porque, podremos engañar a todos, pero no a nosotros mismos. Podremos tener que librar muchas evaluaciones, construidas de las formas más pedagógicas, pero seguramente, no siempre, serán las más adecuadas, porque así como tenemos diversas formas de aprender, también tenemos diversas formas de demostrar y desarrollar lo aprendido.
Siempre recordaré a una compañera de la universidad, gran lectora, con una facilidad de palabra y de conversación increíble, pero que no podía llevar a cabo un examen oral de filosofía, y no es que no pudiera exponer en una clase, o que no supiera los temas, simplemente no tenía la facilidad para desarrollar ese tema en particular. Era excelente en todo, y cuando aplicaba el examen escrito, obtenía la nota más alta, pero oralmente, no. Y no era una tonta, solo no podía ser evaluada de esa manera.
Como docentes necesitamos inculcar la autoevaluación. Seguramente esta, marcará un primer paso para aprender a aprender. Este tiene que llevar al proceso reflexivo fundamentado en un learning by doing, en una real aula invertida donde el alumno entienda que es él y solo él el protagonista absoluto. Dejemos de priorizar una escala nùmerica o unas letras de acreditación. Lo que debemos incentivar en los chicos es entender que solo aprendiendo bien avanzaran y podràn tener las armas necesarias para ser personar productivas y propositivas para su sociedad.
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