El director de MILENIO Diario, columnista y escritor presentó en la Feria Internacional del Libro de Coahuila ‘Variantes del crepúsculo’, publicación con la cual se da inicio a la colección Cultura y Periodismo.
En 2001 apareció la primera columna de Fusilerías. Dos décadas después, Alfredo Campos Villeda (Ciudad de México, 1967), un lector en cuatro lenguas, mantiene el interés por indagar en sus propios intereses literarios y culturales, de lo que él mismo define como “un constante sobrevuelo sobre esa frontera (el periodismo y la literatura) que ha sido mi espacio”.
Dos décadas después, vuelve a mirarse a través de los textos que integran Variantes del crepúsculo (Secretaría de Cultura de Coahuila, 2021), con el cual se inicia la colección Cultura y Periodismo, entrega que fue presentada en la Feria Internacional del Libro de Coahuila 2021, con participación de Ligia Urroz y Jorge César Gómez.
Una suerte de museo, de casa de los espejos o la chistera del mago, ¿qué idea te gusta más de esto que plantea Jordi Soler en el prólogo?
«Bueno, Jordi Soler es sumamente generoso en el prólogo, acaso porque es mi amigo. ‘Museo’ me gusta porque en efecto hay una multitud de piezas sueltas en este libro que tuvieron una especie de curaduría para ser enlazadas y crear un aparente orden, que quizá solo es ilusión óptica por representar también un ‘juego de espejos’. Ese concepto es interesante porque me remite a un tema esencial del arte que es conocido como mise en abîme, ‘puesta en abismo’, un proceso narrativo en el que hay una historia dentro de otra, como Los esposos Arnolfini de Jan Van Eyck o Las meninas de Velázquez, hablando de pintura, o El Horla de Guy de Maupassant si nos metemos a la literatura. No se diga si como juego de espejos nos remitimos a Jorge Luis Borges y Fiodor Dostoievski con su obsesión por el doble.
En la multiplicidad de intereses que definen tus columnas, se podría pensar que hay una mirada sobre la llamada alta literatura y la cultura popular, ¿qué define a tus búsquedas como lector?
«Recuerdo una frase de Mario Benedetti en un texto que publicó en la Revista de la Universidad Nacional hace mil años en la que sostenía que él prefería la cultura de la pobreza a la pobreza de la cultura. Y distinguía entre las manifestaciones de ‘alta cultura’ que él veía decadentes frente a la riqueza de la cultura popular. Sin caer en extremos, considero que en ambos escenarios hay una riqueza infinita y una de mis intenciones siempre ha sido encontrar puentes de conexión entre ambas, lazos entre expresiones acaso ajenas entre sí, sean de la música con la literatura o del cine con la ciencia. Puedo decir que siempre ando a la caza de vínculos entre las expresiones de la cultura, sean de la alta o de la popular».
Al recordar el concepto de Fernando Benítez de que el periodismo es “literatura bajo presión”, ¿encuentras alguna diferencia entre los géneros?
«Parto de esa definición para plantear lo que han sido mis intenciones en textos como los que integran el presente volumen, no sé si con éxito, pero eso intento, un acercamiento del periodismo con la literatura, un constante sobrevuelo sobre esa frontera que ha sido mi espacio, eso creo, desde hace veinte años en que comencé a publicar la columna Fusilerías, primero en La Jornada y desde hace quince años en MILENIO. Siempre he creído que mi querido profesor Benítez exageraba cuando lanzaba esa expresión, porque recordemos que él, fundador de los suplementos culturales en México, trabajaba con José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis y autores de esa talla que, cuando hacían periodismo, hacían literatura. Pero no es la norma en la prensa, evidentemente. Y sí creo que los géneros están bien definidos en cada cancha, aunque se suelen cruzar cuando hay buena pluma».
En algunos momentos te pierdes en el mundo de la realidad política y social, ahí sí pareciera que es la manera que tienes de salirte de la ficción que puedes encontrar en la literatura, el arte, la cultura en general…
«En este libro, Variantes del crepúsculo, omití cualquier texto que no fuera cultural. Es cierto que tengo un espacio los viernes en MILENIO en el que escribo sobre política, pero es otra faceta del oficio que no he considerado para figurar en este libro. Te doy un dato: desde 1988 que trabajo en medios, siempre me he acercado en todos ellos a las secciones culturales a publicar, desde la de El Universal que dirigía Paco Taibo papá a la fecha, pero jamás he trabajado de planta en el área cultural en ningún medio. He trabajado en economía, deportes, política y mesas de redacción, pero siempre he buscado la manera de publicar en cultura con mucho éxito».