La Naval formó una parte inolvidable de mi infancia cuando, infaltablemente, mi padre pasaba a surtirse de un ‘cuartito’ de pistaches iraníes, que eran una de las viandas que vendían en la tienda de don Ángel Fernández González. La del otro Ángel, el famoso Che, fue un poco después. Esos viajes a Xalapa, la mayor de las veces solo con mi padre y, otras también con mi mamá que venía a echar un ojo a mis hermanos que estudiaban en la U. V., me dejaron perennemente marcado. Pasábamos a desayunar al famoso hotel García de los parientes del Chango García Cabral en Huatusco, llegando a la capital mi jefe se iba a entregar oficios, mientras mi madre y el que esto escribe nos tomábamos un café en la Parroquia. Poco después nos alcanzaba mi jefe, que no perdonaba el lechero con su respectiva canilla, de donde en automático nos dirigíamos a la tienda de Ángel padre por una dotación de pistachos, y de ahí a seguir con las gestiones del jefe. ¡A qué tiempos tan luminosos del Xalapa de hace como 50 años! Total que el domingo pasado fui invitado por Ángel a un encuentro conmemorativo en el Ágora de la ciudad que conjuntó el 60 aniversario de su espacio cultural de la calle de Zaragoza con el de la Escuela Secundaria y de Bachilleres Experimental (ESBE), que funcionó precisamente en lo que hoy es la escuela de bachilleres Constitución de 1917, en Bravo. Fue un evento memorable, hablaron el señor Lenín Villegas, que escribió un libro que reseña la historia de la tienda, y la licenciada Esperanza Aurora Hákim Vista, ex alumna, que condujo con mucha emotividad y sobriedad el programa. Asistieron muchos amigos de Ángel y ex alumnos de la ESBE que fueron tomando la palabra algunas y algunos para recordar anécdotas de sus años escolares, del sistema pedagógico del plantel y también hicieron uso de la palabra tres de los queridos profesores presentes, una de ellos, una profesora admirablemente brillante, elocuente y con mucha frescura en sus recuerdos. Al final, abrazos, saludos, emoción y alegría por el reencuentro después de muchos años. Para terminar diré que Ángel ya hizo entrega del testigo de cargo a su hija Marimar para que continúe con la tradición que hace 62 años inició con mucha ilusión su abuelo venido de ultramar, de la tierra de la sidra, la fabada y la morcilla. Un saludo afectuoso para Ángel, gran aficionado al juego de los cuatro cuadrantes. Lo publica Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal