Veracruz inundado

Por: Ed. Dr. Claudia Viveros Lorenzo

Tengo 44 de vida. Me fui del puerto a vivir a otra ciudad en el 2000 y regresé en 2019 y todo sigue exactamente igual. No. Perdón. Todo ha ido empeorando cada vez más. Y miren que yo soy la que proclama que a todo hay que verle lo positivo y encontrarle la enseñanza y lo que nos sirva para crecer. Y sí obvio que detecto la gran área de oportunidad que se tiene frente a nuestros ojos. Lo malo es que creo que nuestros gobernantes están ciegos. O se quieren hacer o de plano les valemos un completo cacahuate y no les importa el caos que se vive en el Puerto, cada vez que llueve a caudales.

Lo peor, es que la ciudadanía ya lo ve como un hecho fortuito, y como tal lo toma. Llueve y todos saben que la ciudad se inunda y que hay que tomar medidas y que no hay más que esperar a que escurra el agua o mojarse soberanamente porque no hay de otra más que llegar a la escuela o al trabajo. Y al parecer así por los siglos de los siglos.

Terrible. Desesperante. Completamente nefasta la situación. Y sí ya se que como ciudadanos ponemos nuestros “granotes de arena” al hecho porque no aprendemos a ser limpios y botamos cuanta basura generamos por doquier y por lo tanto tenemos las cloacas tapadísimas. Y que de esa terrible conducta se agarran los que tienen a cargo la ciudad para decir que si trabajan en el asunto pero que por eso se sigue igual. Y yo creo que es junto con pegado. No se puede negar que no queremos aprender, pero tampoco, que los ayuntamientos hacen muy poco para prever y solucionar la situación. Y es que cada vez son más los lugares que están sufriendo este tipo de problema. Ya no solo es la clásica avenida Urano. Ahora ya se suman, calles o avenidas como Díaz Mirón, Allende, Miguel Alemán, Ejercito mexicano, Lázaro Cárdenas, etc. Y ya ni siquiera tiene que llover toda la noche para que pase. El pasado 16 de octubre, llovió aproximadamente hora y media, entre las 7 y 9 de noche, de forma bastante torrencial y con eso bastó para generar el caos. A mí la situación me varó, de tal forma que no encontraba la manera de cruzar de la avenida Martí (que también estaba inundada) al aeropuerto. Tuve que esperar hasta media noche para aventurarme a intentar llegar a mi morada.

Yo me pregunto ¿hasta cuando? Vendrán las siguientes campañas, seguiremos cercanamente el trabajo de nuestros diputados y alcaldes, y estaremos siendo testigos día a día como nadie mueve un dedo, se acuerdan del tema, los días que están con el agua al tobillo y cuando baja. También se les va de la cabeza.

Y eso que son solo lluvias. Imagínese usted que pasaría si nos enfrentáramos a una tormenta tropical o un huracán. Ojalá no suceda como siempre, que hasta que se “ahoga el niño, se tapa el pozo”.

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