¡¡ El Buen Trato !!
*Desde chavo nos enviaban las tías a compraren este negocio de Allende, Xalapa
*Calle repleta de historia, terminal del tren, deportivo Colón, taller de la familia Escobar
*Víctor Manuel Infante, amigo nuestro y vecino de Roberto Ibarra y su diario Epoca…falleció ayer.
“La cultura se crea en los pueblos y se destruye en las ciudades.”
Alfonso Mora Chama
Tiempos de cosecha de café, tiempos de naranja, mandarina, de plátanos siempre. Coincidía el receso de las escuelas, las vacaciones anuales con la cosecha grano en grandes extensiones, hablando del suelo bendito de Teocelo. De noviembre a febrero, vacacionábamos, entre comillas, porque las tías nos ocupaban para atender a esta corta edad, la cosecha de café en el Rancho, terreno pegado al panteón municipal y, La Cañada, por el rumbo del rastro, hoy colonia el Sumidero…
Pues de aquí, de la cosecha, las tías nos enviaban a la ciudad de Xalapa, tendría yo apenas diez años, con la canasta llena de naranja injerta, de las “chiches” grandes, decían los pasajeros que como nosotros abordábamos el discreto autobús de Teocelo hacia la ciudad de Xalapa y la primera parada entrando a la capital del estado, se hacia en la antigua estación del tren, en donde ahora se encuentran las oficinas de la malograda y endeudada Comisión Federal de Electricidad, calle de Allende que transitábamos a esa corta edad.
Nuestro destino, la casa de Carmen Bueno Guzmán, en aquel entonces años de los 50, importante funcionaria de la Universidad Veracruzana, prima del maestro José Moreno Guzmán, de Coatepec. ahí vivían con ella mis tías, Ernestina y Josefita Texon García, – y el padre de Carmen Bueno, don Luis, lentes oscuros y un impecable sombrero negro de pelo, de los viejos ferrocarrileros, jubilado que a cada momento, checaba su reloj de mano con lujosa y extensa cadena y no se perdía ninguno de los juegos de beisbol en el deportivo Colón, frente a su hogar.
Con Carmen Bueno y las tías, llegaba una señora a quien le decían la madrina, de Oriental, Puebla, su hijo Polo, soltero y mantenido por su mamá, ocurrente y medio mamón, frecuentadas por el papá de los hermanos Escobar, el legendario taller, de los pocos que siempre lucía impecable… Pepe Escobar, lo tratamos y fue quien le vendió un Renault, de esos cuadraditos, a mi tío Loncho Chama Vázquez, y posteriormente mi tío me le vendió a mi… calle de Allende, con su vieja barra protectora en la estación del tren, estrecha calle que conocimos en 1958 y esa casona de las tías, frente al parque deportivo Colón…
Lo interesante y destacado, que los xalapeños deben apreciar, la constancia tal que la tienda llamada “El Buen Trato”, en la esquina de Allende, adelantito del Gimnasio que en esos años de los 50 no existía, claro… pues este negocio familiar, sigue latente, funcionando y desde luego, debe de ser por eso buen trato que nos daban cuando chavos y no se ha perdido, tienda de abarrotes ahora más surtida y presentable, atrás del negocio el Hotel La Moderna, en la calle que hace esquina. Taller Escobar, tantos años en la calle de Allende, ahora con los nietos y sus trenes “piojitos”, recordando el deportivo Colón y sus cuatro bases que veíamos desde la azotea de la casa de las tías, no contaba con la altura de construcción como ahora…
En los años 80 apoyé a Roberto Ibarra, director del diario “Epoca”, con talleres propios, precisamente en donde están ahora las oficinas de ADO, terreno vendido por el mismo Ibarra con todo y su caño apestoso, y la casa de las tías, junto, que ocupaba el hogar de Víctor Manuel Infante, con quien tratamos y decía ser empleado de la Rectoría Universidad Veracruzana, y curiosamente coincidimos en conocer a la “madrina” de Oriental, Puebla, su familiar de él. Víctor “bigotes” murió apenas el día de ayer, miércoles. La “madrina” se le consideraba casi hermana de Carmen Bueno, de Josefita y de “Tina”, mis tías. Por cierto, en esta calle de Allende, frente al llegaba la mamá del maestro Guillermo, Rafael, Chava y una hermana, Zúñiga Martínez, caminando desde la entrada a Coapexpan, donde atendía una tiendita con piso de madera – la recuerdo bien – con rocola, hasta la calle de Allende.
Desde este hermoso lugar llamado Teocelo, acudíamos a la calle Allende de Xalapa, recordados años de los 50, incursionamos en la vida citadina, así conocimos la tienda de abarrotes El Buen trato, aun funcionando y hemos analizado que preferible vivir en este pueblo lleno de cultura, de limpieza como ciudad, de una tranquilidad, de excelentes músicos y deportistas, de historia misma con la visita de personajes de la vida política de México, Porfirio Díaz, Plutarco Elías Calles, Alvaro Obregón, citando algunos, y poetas como el de Nicaragua, Rubén Darío, aceptando que la cultura se crea en los pueblos y se destruye en las ciudades… parte de una respuesta cuando colegas xalapeños, en buena medida, me preguntan el por qué vivo en Teocelo.
Celosos de nuestras costumbres, de nuestras tradiciones, no somos fáciles para entregar una fiesta patronal para el puro desmadre, un Sodoma y Gomorra, son fiestas paganas, si, pero de respeto y devoción, sin exagerar en moralistas… es cuando muchos consideran que no llevamos la importancia de vivir porque son pueblos demasiados pequeños…y de tomarse como pueblos muertos, debe afirmar que en realidad cuando hay un funeral es cuando la gente acude y hace fiesta…
Del pueblo a la ciudad capital de Veracruz, la bella Xalapa de sus noches de luna y que huele a jazmín, donde cursé estudios en el Colegio Preparatorio en 1985 y 1986 y seguimos en el suelo del Dios Tigre, admirando la luna entre la arboleda, aprovechando el suave aroma de sus flores y escuchando ya cercana la noche, la conversación de los grillos y el canto de las aves…
No es un Macondo, la aldea de Cien Años de Soledad, del colombiano García Márquez, si parecida a ese poblado disciplinado y laborioso y así es Teocelo, pequeña ciudad centenaria de gran renombre.