Tres posibles escenarios plantea para el fin de la guerra de Putin, el prestigioso columnista del diario The New York Times Thomas L. Friedman, que pronosticó cómo podría terminar la invasión a Ucrania. Los llamó “el desastre total”, “el compromiso sucio” y “la salvación». Este primer escenario podría conducir a crímenes de guerra de una magnitud que no se ha visto en Europa desde los nazis, crímenes que harían de Vladimir Putin, sus compinches y Rusia como país, unos parias mundiales. Fiona Hill, dice Friedman, una de las principales expertas en Rusia de Estados Unidos, cree que existe algo llamado “Russky Mir”, o un “Mundo Ruso”; que los ucranianos y los rusos son “un solo pueblo”; y que su misión es ingeniar “la reagrupación de todos los rusoparlantes en diferentes lugares que pertenecieron en algún momento al zarismo ruso”. El segundo escenario es que, de alguna manera, el ejército y el pueblo ucranianos sean capaces de resistir lo suficiente a la «blitzkrieg» (Guerra Relámpago) rusa, y que las sanciones económicas empiecen a herir profundamente la economía de Putin, de manera que ambas partes se sientan obligadas a aceptar un compromiso «sucio». A grandes rasgos, el compromiso consistiría en que, a cambio de un alto al fuego y de la retirada de las tropas rusas, los enclaves del este de Ucrania que ahora están bajo control ruso de facto se cederían formalmente a Rusia, mientras que Ucrania se comprometería explícitamente a no entrar nunca en la OTAN. Este escenario sigue siendo improbable porque requeriría que Putin admitiera básicamente que fue incapaz de lograr su visión de reabsorber a Ucrania en la patria rusa, después de pagar un enorme precio en términos de su economía y de la muerte de soldados rusos. Además, Ucrania tendría que ceder formalmente parte de su territorio. Por último, el escenario menos probable pero que podría tener el mejor resultado es que el pueblo ruso demuestre tanta valentía y compromiso con su propia libertad como el pueblo ucraniano ha demostrado con la suya, y consiga la salvación expulsando a Putin de su cargo. Muchos rusos deben estar empezando a preocuparse de que mientras Putin sea su líder presente y futuro, no tienen futuro. Miles de personas están saliendo a las calles para protestar contra la guerra insensata de Putin (dejaría el poder hasta el año 2036, imagínense). Lo hacen arriesgando su propia seguridad. Y, agrega Friedman, luego está el nuevo “impuesto Putin” que todos los rusos tendrán que pagar indefinidamente por el placer de tenerlo como presidente. Es decir, a los efectos de las crecientes sanciones que el occidente está imponiendo a Rusia. Se piensa que Putin perdió el sentido como estratega durante su aislamiento en la pandemia o está en profunda negación sobre lo mal que ha calculado la fuerza de los ucranianos, de Estados Unidos, de sus aliados y de la sociedad civil mundial en general. Si Putin sigue adelante y arrasa las mayores ciudades de Ucrania y su capital, Kiev, él y todos sus compinches no volverán a ver sus lujosos apartamentos de Londres y Nueva York que compraron con todas sus riquezas robadas. No habrá más Davos ni St. Moritz. En su lugar, todos estarán encerrados en una gran prisión llamada Rusia, con la libertad de viajar sólo a Siria, Crimea, Bielorrusia, Corea del Norte y China, tal vez y sus hijos serán expulsados de los internados privados, desde Suiza hasta Oxford.
Artículo tomado del autor.