Hablando de conflictos bélicos de alcance mundial, y de los daños irrecuperables que provocan, la Segunda Guerra Mundial causó según las estimaciones más conservadoras treinta y seis y medio millones de muertos (36.5) solamente en Europa. Hubo muchos muertos también en las batallas que se libraron en el Océano Pacífico en contra de los japoneses y en el norte de África, incluso hubo numerosas bajas de civiles gracias a que los submarinos alemanes hundieron cientos de barcos mercantes en el Atlántico Norte. Sin duda las bajas de seres humanos son los saldos más terribles de todas las guerras que se han suscitado a lo largo de la historia de la humanidad, quizás desde la guerra del Peloponeso. Pero por más que queramos no podemos hacer a un lado la terrible perdida del patrimonio histórico y cultural de las ciudades que fueron destruidas por los incesantes bombardeos aéreos, como sucedió en la Segunda Guerra Mundial. Es y ha sido un daño incalculable al patrimonio histórico y artístico largamente acumulado en todos los continentes en donde ha habido conflictos bélicos importantes a través del paso de los siglos, fruto del esfuerzo y el talento de generaciones de hombres y mujeres que, en instantes, irremediablemente fue perdido.
Daños colaterales de las guerras
Daños colaterales de las guerras.
Convertidos en motivo de orgullo para las naciones y sus nacionales, y centros de turismo para propios y extraños, las catedrales, museos, palacios, cascos históricos, ya sea por su valor arquitectónico, artístico, antigüedad o valor histórico, están recubiertos de un manto de sacralidad de valor incalculable, inclusive algunos son patrimonio de la humanidad.
Hasta que llega una guerra y lo destruye todo, dejando más que escombros y fierros retorcidos.