Al estilo Mathey 

 

  • Escribir y trascender  

 

Gustavo Cadena Mathey 

 

Buen día apreciado lector:

A propósito de los dimes y diretes entre el Presidente de México y algunos santones –más bien diablones- del periodismo mexicano, que ya atrajo a los observadores extranjeros, a los memeleros y a todo mundo interesado, vale recordar algunos conceptos sobre el periodismo en general.

En el portal colombiano Red Ética se destacan los valores universales que defendió el decano de la ética periodística en Colombia. Javier Darío Restrepo.

Cuentan ahí que Restrepo decidió dedicar la mayor parte de su vida al servicio a la comunidad como sacerdote católico, “sin pensar que esta experiencia y la formación filosófica que recibiría en el seminario le serviría después para sentar cátedra sobre la estrecha relación entre la ética y la que resultó ser su verdadera pasión: el periodismo”.

Y efectivamente, como lo precisó en su momento; en cuanto se pretende ejercer el periodismo como un poder, “El Cuarto” se decía acá, “pierde su esencia y se convierte en otro más de los poderes que se disputan el control de la sociedad mediante el uso de la fuerza, del dinero o de las argucias de los políticos”, que es seguramente lo que polémicamente intenta combatir el Peje con sus arrebatos mañaneros.

De acuerdo al célebre “Decálogo de Ética Periodística”, Javier Darío sostuvo que «el buen periodista es, ante todo, buena persona; Siente orgullo por su profesión; Entiende el sentido de misión del periodismo; es apasionado por la verdad; es autocrítico; elabora y comparte conocimiento; hace un periodismo con objetivo; tiene sentido del otro; es independiente» y como décimo punto, «mantiene intacta su capacidad de asombro».

Este reportero está de acuerdo con Restrepo en que el mejor periodismo es el que se alimenta de entusiasmos, ideas y trabajo en común; que el trabajo aislado no favorece al periodismo de calidad; que el periodismo que dignifica la profesión es aquel que sirve a la parte más noble del ser humano y aporta a la vida de la sociedad, que impulsa cambios y hace mejores a las personas.

De igual manera en que el periodista no puede considerarse autorizado por razón alguna para atentar contra el derecho que toda persona tiene (incluidos funcionarios) al buen nombre y a la fama ni que, en uso de su libertad, ni un ciudadano cualquiera ni un periodista, pueden utilizar los medios de comunicación para agraviar ni para calumniar.

En lo particular y a lo largo de la vida periodística el reportero descubre que puede sentir la emoción de su trabajo, viajar por el mundo, leer, enfrentar peligros y situaciones, tener alegrías y tristezas, padecer cosas, acumular simpatías y rencores; pero, a diferencia de los políticos, un periodista jamás podrá quitarse ese vicio del que tanta fama acumuló el peruano Mario Vargas Llosa, el vicio de escribir, que lo hará trascender ….

Tenga paz y armonía, cuide el agua y las plantas. gustavocadenamathey @hotmail.com