Triduo Pascual

Agustín Basilio de la Vega

La Semana Santa o Semana Mayor, es la más importante del cristianismo pues en ella se conmemora y celebra la esencia del mensaje y la obra de Jesús de Nazaret. El mundo se ha humanizado y transformado desde aproximadamente 2000 años con su evangelio al grado de que la historia ha marcado un antes y un después de Cristo.

El Triduo Pascual es a su vez el tiempo crucial de la Semana Santa. Está comprendido entre la celebración eucarística del jueves santo y concluye con la oración de vísperas del domingo de pascua. Es decir, los tres días claves de la semana son el jueves, el viernes y el momento entre el sábado y el domingo de la resurrección que usualmente empieza el sábado por la noche con la vigilia pascual.

En el jueves se conmemora la institución del mandamiento del amor y de la eucaristía que es la esencia de la propuesta  del humanismo cristiano para la vida práctica. Ese día recordamos como Cristo lavó los pies a sus discípulos, les puso el ejemplo y nos dijo sencillamente “Ámense los unos a los otros”. Jesús en la última cena partió el pan y compartió el vino con sus discípulos pidiéndoles que esto se hiciera en su memoria. Hasta nuestros días, la eucaristía congrega en la unidad a los seguidores de Jesús.

El viernes se recuerda la pasión y muerte de Jesucristo, “no hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos” es un día de luto, de silencio y de profunda reflexión. Este es el momento del triduo pascual propicio para ver en el “viacrucis” el camino difícil y doloroso del nazareno. La pasión de Cristo nos sigue sorprendiendo y horrorizando pero constituye un ejemplo para que nosotros también carguemos nuestra propia cruz y lo sigamos en nuestras tareas cotidianas.

La noche del sábado para el domingo de resurrección, es el día más grande e importante para los cristianos, incluso más que la navidad. Se empieza a celebrar desde el sábado por la tarde-noche con una solemne vigilia. Es el triunfo de la luz sobre la oscuridad y de la vida sobre la muerte pues Jesús de Nazaret resucita de entre los muertos. Es así como su vida ejemplar de amor y unión con los demás se convierte en  la luz  que nos permite a todos transitar por el mundo con mayor paz y dignidad.

El Amor es paciente, es servicial, no es envidioso, no toma en cuenta el mal, no se alegra con la injusticia y es tolerante por lo que, “Si no tengo amor, nada soy” diría después San Pablo. La resurrección y la vida cerca de Dios es la meta de todo cristiano y por ello, también refiere el discípulo y ciudadano romano, que “vana seria nuestra fe si Cristo no hubiera resucitado”. La “pascua”, es el paso de la muerte a la vida y por ello los “huevitos” y “conejitos” de chocolate ayudan a aderezar esta fiesta.

Twitter @basiliodelavega                            10 de abril de 2022