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Niños llenan Los Berros; no habían jugado fuera debido a la pandemia

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Fuente:
E-Consulta Veracruz

El fenómeno es aún más complejo de lo que se tenía previsto, pues muchos niños tienen temor de jugar con otros niños

Julio Zavaleta Rivera, de 56 años, se dice sorprendido. A su negocio llegan niños que se emocionan y no quieren bajarse del juego inflable que renta junto a su esposa en el parque Los Berros de Xalapa.

Comenta que son pequeños que nunca habían jugado así a causa de la pandemia y muchas veces no quieren regresar a su hogar a encerrarse de nuevo.

A la fecha tanto Julio, como cientos de comerciantes en la capital veracruzana, volvieron a instalar sus negocios luego del cierre por las medidas sanitarias.

Previo a la celebración del Día del Niño, el próximo 30 de abril, Julio hace consciencia sobre la necesidad de retomar la vida social que se tenían antes del encierro, sobre todo para los niños de 3 o 4 años que nunca habían jugado fuera de su hogar.

 

 

 

NIÑOS QUE RETROCEDIERON

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) encontró que, en 2021, cuatro de cada 10 niños tenían entre sus preocupaciones principales al covid-19 y temían contagiarse del virus.

El análisis, que incluyó a 8 mil 600 niños y adolescentes entre 11 y 18 años, encontró que los menores que sintieron “bastante” o “mucha tristeza” aumentó 10 puntos, pasando del 50.8 por ciento en 2019 al 61 por ciento en 2021.

Un incremento importante ocurrió con aquellos que se sienten solos, cuya incidencia fue de 8 puntos más, pasando del 31 por ciento al 39.4 por ciento en el mismo periodo.

La misma UNICEF publicó igualmente un artículo avalado por catedráticos de la Universidad de Yale, que destaca que la pandemia agravó la crisis de atención y educación.

El artículo indica que, debido a la interrupción de las clases, los juegos con amigos y otras rutinas importantes para los niños, los comportamientos regresivos se están volviendo cada vez más frecuentes.

 

 

 

Lo anterior quiere decir que actos como ir al baño o dormir e incluso jugar, o las dificultades a la hora de controlar los sentimientos de ira, tristeza y ansiedad, iban en retroceso.

Al respecto, Julio Zavaleta Rivera lamenta que en años prepandemia los niños estaban prestos a jugar por horas y lo confirmaba con las largas filas que se hacían en los inflables.

Pero ahora que empiezan a volver las actividades cotidianas, el fenómeno es aún más complejo de lo que se tenía previsto, pues muchos niños tienen temor de jugar con otros debido a que sus padres les recomiendan precauciones para no contagiarse.

Para el trabajador, además del temor a las transmisiones del virus otro factor a tomar en cuenta es la economía familiar, pues observa que al parque llegan parejas y sus hijos que prefieren comerse un helado o comprar algún otro alimento o botana mientras observan a otros jugar.

Destaca que son cientos de niños quienes apenas iban entrando a la edad de experimentar los juegos al aire libre y que debieron confinarse por casi dos años, lo que se puede percibir entre sus propios clientes.

Muchos de ellos, explica, llegan y no quieren bajarse del brincolín, pero otros de plano ni siquiera regresan a las actividades que ya practicaban en el parque Los Berros antes del encierro, como subir a un poni, a un coche eléctrico, a una bicicleta o simplemente correr y jugar al aire libre.

 

 

 

“Precisamente antier teníamos un niño de 2 años y 6 meses y no se quería bajar. La señora se veía de escasos recursos y no se quería bajar.

“Dijo la señora ‘es que no conocía la calle, tiene dos años, pero encerrado. Tenía seis meses y apenas anda conociendo el ambiente’. Y así varias familias nos comentan, sobre todo chiquitos de tres o cuatro años”, dice.

Agrega que ha sido evidente la necesidad de los niños para volver a socializar y la reactivación representa una posibilidad para ese y otros sectores.

 

REGRESO DIFÍCIL

En torno a su negocio, Julio reconoce que sólo tiene un inflable que ya tiene varios años de uso y los precios de cada uno ronda los 20 mil pesos. Por eso para él recuperar su inversión cobrando 15 pesos por 10 minutos de uso es una apuesta por la que trabaja 12 horas cada sábado y domingo.

Incluso con la reactivación de actividades confiesa que apenas y va sacando para costear los gastos de energía eléctrica y pago de derechos de uso de suelo a la Comisión Federal de Electricidad y al ayuntamiento de Xalapa.

“Y eso que es nada más por dos días”, lamenta al apuntar que se instala cada fin de semana y que debe organizarse a detalle para poder con los costos y hacer rentable su negocio.

Refiere que, si bien el permiso para volver a poner en funcionamiento sus brincolines se lo concedieron en noviembre de 2021, fue hasta febrero de este año que pudo instalarse en el parque.

 

 

 

“El proyecto es comprar uno nuevo porque de atrás ya está muy deteriorado, no creo que nos dure mucho pero sí necesitamos sacar un préstamo o algo para juntar 25 mil pesos que es lo que vale un inflable y aquí en Xalapa no los consigue uno”.

Por ahora, su brincolín solo recibe mantenimiento en los negocios de lonas, donde le han puesto más de un parche en las áreas donde se sale el aire para seguir dándole uso.

La complejidad del retorno a la vida “normal” lo ha obligado además a combinar este negocio con otro de venta de calcetines, además de que su trabajo base es ser intendente en una escuela de la ciudad.

El locatario confiesa que, si bien la pandemia no le quitó a algún ser querido por lo que a fallecimientos se refiere, uno de sus hijos tuvo que emigrar a Estados Unidos para poder salir adelante.

“Aquí con la misma pandemia se perdieron bastantes empleos y entre todas las personas a él le tocó y también le dio la covid, por lo que tuvo que migrar”, rememora.

 

JUGAR AL AIRE LIBRE

UNICEF México destaca también la importancia de retomar las actividades al aire libre, no solo para los niños sino también para los adultos.

Para eso, desde el inicio de la pandemia y el encierro, solicitó limitar el acceso a la televisión y a las redes sociales “ya que una sobreexposición a información aumenta el estrés y el miedo”, enfatizando que, además, hay gran cantidad de información falsa que llega a través de esos medios.

El fondo perteneciente a las Naciones Unidas recuerda igualmente que las niñas y niños, especialmente los menores de 12 años, tienden a percibir el mundo y a reaccionar tal como sus padres y madres lo hacen: “por eso es muy importante que como adultos conservemos la calma”.

 

 

 

La actividad física, reitera UNICEF, es vital para la salud de toda la familia, por lo que insiste en procurar que los niños no pasen más de 60 minutos sentados y/o frente a la televisión o cualquier otro tipo de pantalla.

Además, agrega que jugar con niñas y niños es muy importante, ya que el juego y las actividades lúdicas y hacer manualidades les ayuda a manejar sus emociones.

La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) también pugna por la convivencia entre menores, al destacar que, para la niñez, principalmente en etapa escolar, la pandemia trajo como consecuencia dificultades en su salud mental, tales como ansiedad, depresión, incertidumbre y actitudes agresivas y, a la vez, incapacidad para relacionarse con otros individuos de su edad o en general con su entorno, incluso generar encuentros más solidarios y empáticos.

La UNAM destaca que la socialización es un proceso en el cual un niño o niña adopta elementos socioculturales de su entorno y los integra a su personalidad para desarrollarse en la sociedad, por lo que es fundamental fomentarse en la niñez y adolescencia.

La máxima casa de estudios del país advierte que a partir de que un infante tiene contacto con otros individuos produce procesos empáticos y solidarios que le permiten tener una relación más fructífera frente a distintas situaciones como la actual, incluso tiene un impacto a nivel de identidad.

La edad temprana, puntualiza la universidad, es un momento en el que los niños mapean el mundo, construyen relaciones vinculares, se definen las figuras de apego y comienzan a conocer lo que sucede en el ambiente social.

“Pero cuando no tienen esta interacción ni relaciones subjetivas que proporcionen seguridad y predictibilidad puede causar un impacto que inhibe las conexiones cerebrales que los infantes requieren para poder desarrollar después otro tipo de habilidades más complejas, construir humanidad, y situarse en la sociedad”, agregó en el boletín “Falta de socialización desencadena dificultades para la vida en sociedad”.

 

 

 

 

 

 

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