Antes de escribir estas líneas, diré que lo hago con mucho respeto y en memoria del gran arquitecto xalapeño Enrique Murillo Pérez. También diré que no fui su amigo, digamos que las circunstancias nos acercaron lo que dio para convivir en dos o tres tertulias de amigos en las que participó él. Trabajaba yo en una oficina del Palacio de Gobierno de Xalapa, y el titular de esa oficina cuyo nombre no mencionaré, un día me llamó a su despacho para instruirme que había que apoyar al arquitecto Murillo Pérez con un grupo musical perteneciente a la Universidad Veracruzana para una reunión del gremio de los arquitectos. Eran las épocas en que la máxima casa de estudios de Veracruz era una dependencia más del gobierno estatal. Me instruyó que me pusiera en contacto con el arquitecto para afinar detalles respecto a su solicitud de apoyo. Total que se le dio todo el apoyo en tiempo y forma. A partir de ahí tuve oportunidad junto con otros tertulianos amigos mutuos de reunirnos unas dos o tres veces junto con Enrique para combeber sanamente en plan de camaradería. Una de esas reuniones se llevó a cabo en un departamento que tenía el que escribe en la soltería por los rumbos de Coapexpan. Era el año de 1989, CAXA, una de sus más geniales obras arquitectónicas estaba en plena construcción, gobernaba Veracruz Dante Delgado. La cosa es que allí el arquitecto platicó una anécdota de Dante cuando una tarde fue a supervisar los avances constructivos de la central camionera, que se encontraba en plena obra civil. El arquitecto fue el encargado de darle los detalles de los avances físicos, cuando le hizo hincapié en que toda la cimentación había sido encargada al despacho del ingeniero Adolfo Zeevaert Wiechers —Torre Latinoamericana—, en eso Dante paró la oreja y levantó las cejas para interrumpirlo y de inmediato preguntar y contestar a la vez: «¿Adolfo Zeevaert? ¡Es mi paisano!». Y es que en verdad el afamado ingeniero era nativo de Córdoba. Ante el gesto regionalista de Dante contado jocosamente por Enrique Murillo, todos sonreímos de buena manera sabedores de los alcances del hoy dirigente de Movimiento Ciudadano. El arquitecto, además de un extraordinario e innovador profesional, era un excelente charlista. Que en paz descanse. Lo escribe Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal. Foto de «Universo».