Mad Max: furia en el camino.
Y sigo dando la espalda al cine y al mundo del espectáculo y de noticieros actual. Me molesta el excesivo comercialismo de la televisión de hoy en día, la invasión de noticias de violencia que abruma y asfixia, y me sigo refugiando en el cine del pasado inmediato. En esta ocasión me voy a remitir a una película muy exitosa del año 2015, fue sorpresivamente galardonada en la mayoría de los festivales y certámenes de cine mundial que premian a lo mejor de la cinematografía. «Mad Max: Fury Road» (Mad Max: furia en el camino) aparece treinta años después para cerrar, por el momento, la trilogía original. El veterano director australiano George Miller recurrió en esta ocasión a Tom Hardy que toma el relevo de Mel Gibson como el guerrero de la autopista. El director recreó un ambiente alucinante y deslumbrante, con pocos recursos digitales, mucha artesanía y apostó por un rodaje pleno de secuencias de acción en medio de un paisaje desértico y desolado, casi marciano, rojizo y arenoso, con el sol pegando a todo lo que da. Max Rockatansky (Tom Hardy), tras perder a su familia se ha convertido en un guerrero que lucha contra las bandas de salvajes que son capaces de cualquier cosa por hacerse con el bien más preciado de la Tierra, la gasolina, viaja solo por un mundo apocalíptico tratando de sobrevivir. Finalmente se integra a un grupo, liderado por una rebelde, Furiosa (Charlize Theron) que huye de la ira del tirano Immortal Joe (Hugh Keay-Byrne). El resultado es una película de ritmo frenético, llena de acción, imágenes y secuencias desenfrenadas, violentas y salvajes. Fue la gran sorpresa de los Oscars de 2016. El filme, técnicamente perfecto, obtuvo seis estatuillas: montaje, vestuario, maquillaje y peluquería, mezcla de sonido, montaje de sonido y diseño de producción. Se las recomiendo ampliamente. Ha sido un bálsamo en este momento ontológico y delicado que está viviendo el escribiente.