Recuerdos para vivir la vida, y el puerto de Alvarado
Marco Aurelio González Gama.
¿Qué sería de la vida sin los recuerdos? Esta pregunta me la he hecho muchas veces a través de los años, con mayor frecuencia, probablemente, en la última década de mi vida. Y es que la vida está hecha de recuerdos, lo digo sin exagerar, y ustedes amigos lectores lo pueden confirmar seguramente con la suya propia. Constantemente se me vienen a la cabeza una suerte de flashazos (los que conocen de estas cosas también los definen como analepsis, que no es otra cosa más que una retrospección o una escena retrospectiva o salto hacia atrás en el tiempo cronológico), y les platico esto porque hace poco tuve la oportunidad de ir a comer al Puerto de Alvarado, en donde se come muy bien, y que además es una joya de la naturaleza con dos de los sistemas hidrológicos más importantes del país que desembocan en el Golfo surcando su territorio. Y es que estaba rememorando aquellos años de cuando el escribiente era un infante, en algún viaje familiar, no faltó la oportunidad de pasar a comer a alguno de los muchos restaurantes (palapas de cayucos y palmera) que se ubicaban al pie de la antigua carretera. Estoy hablando por supuesto de antes del libramiento y de la autopista. Y en las imágenes que se me han venido retrospectivamente a la cabeza, no han faltado la multitud de cangrejos que cruzaban temerariamente y movidos por la naturaleza la carretera, invadiendo de manera masiva los comederos. Para un niño eran escenas como de terror, era como si presenciara con mis propios ojos, en vivo y a todo color, la invasión de pequeños aliens venidos de otra galaxia al planeta Tierra. Fueron escenas inolvidables, tanto que ahí están dando de vueltas todavía en la cabeza. Finalmente, no sé si a ustedes les pasa lo mismo, pero siempre asocié la imagen que nos pintaban en las historietas de Chanoc con el puerto de Alvarado en aquellos años, y remarco esto último porque Ixtac, que así se llamaba ese mítico pueblo de pescadores de la célebre historieta gráfica que nos deleitó de chamacos, nada tiene que ver con el dinámico Alvarado de hoy en día. Visite en Puerto, es muy bella su desembocadura, sobre todo de noche.