Dar sin esperar
Por: Ed. Dr. Claudia Viveros Lorenzo
“Cuando alguien llegue a ti no dejes que se vaya sin ser mejor, y más feliz” leí en una imagen en redes sociales, donde alguien fotografió a una usuaria del transporte público cociendo el asiento roto de enfrente en lo que realizaba su viaje, y antes de bajarse, lo deja impecable. Cosa realmente heroíca en este mundo caótico en donde la mayoría está persiguiendo siempre una ganancia a cambio de cualquier cosa que haga por el prójimo.
Alguien me dijo hace poco, que no valia la pena hacer nada por nadie, (ni por sus hijos) por que nadie lo iba a agradecer al final. Me dio tanta pena, tanta lastima, porque nadie debe estar esperando el agradecimiento de nadie (ni de sus hijos), en esta vida, las cosas se hacen con la consciencia y la coherencia de construir un bien social completo. El placer está en el dar. El regalo siempre son las manos que lo dan. Imaginen ir sacando facturas y (guardándolas) por cada cosa realizada. Este es un dilema ético, y una posición de deber.
El empresario Carlos Kasuga lo resume en cuatro principios:
- El bien ser
- El bien hacer
- El bien estar
- El bien tener
Bien Ser, debemos ser exactos, decentes, laboriosos, obedientes, afectuosos y como principio fundamental ser atentos. Bien hacer, nos dice que todo lo que hagamos desde que nos alzamos, cumplimentar arropamos, retiramos se debe de dar lo mejor de nosotros y aún más de lo que se pueda percibir. Bien estar, es igual a la satisfacción, porque el dar a las personas no solo en el ámbito económico sino moral hace que salga lo bueno de ti. Bien tener, no es tener el objeto pronto y sencillo, por lo contrario mientras más difíciles son más estimables, esto sin no dejar de perfeccionar muchos aspectos importantes. Es mirar para dentro, sin estar preocupado por el de afuera. Hacer por nosotros, pensando en los demás. Esperar algo, empaña, tergiversa por completo la acción.
Dar sin esperar nos aleja de la competencia. Llegar a este punto donde también significa que no exijo nada de la vida, primero doy y entonces la vida me devuelve… sin exigencias ni reclamos. Lo que recibo es porque primero lo entregué.
Si no se está dispuesto a dar es porque se está vacio. No tiene nada realmente, y ahí está la reflexión. Si espero que otros me den para llenarme, es porque no tengo nada que entregar. Es momento de ponerse entonces a trabajar para que nuestro banco de amor, de experiencias, de acción rebose, y se tenga la consciencia clara, que nosotros debemos ser el generador de eso, no el prójimo.
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