2023, el año que viene.

Agustín Basilio de la Vega.

Recuerdo al padre Celestino Barradas decir en la pequeña capilla de la Piedad, que “el año nuevo es incierto pues no podemos saber qué nos va a traer”; esta expresión lógica y sencilla es muy profunda ya que aún teniendo planes y propósitos dependemos de muchas circunstancias que nos son completamente ajenas e impredecibles.

No obstante, el finalizar un ciclo y empezar otro, siempre nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre el pasado y el futuro. En el fin de año evaluamos los logros y fracasos obtenidos. El año nuevo se convierte entonces en una oportunidad para empezar un ciclo con renovadas fuerzas a pesar de la incertidumbre.

En cualquier momento de nuestras vidas podemos hacer cambios en nuestros hábitos o iniciar proyectos. Los japoneses, por ejemplo, con la cosmovisión “Kaizen” (término que significa mejora continua) y que abrazan esa actitud, viven realizando pequeños cambios diarios para gradualmente vivir mejor y tener mayor calidad y eficiencia en prácticamente todos los aspectos de la vida. Para los cristianos existe su equivalente en la máxima del amor: “Ama a tu prójimo como a ti mismo” lo que inevitablemente te lleva a no hacer las cosas mal ni ser mediocre.

La idea que predomina en todas las culturas cada fin de año es que todo cambio sea para construir una familia, la sociedad y un país mejor. Para lograr los nuevos propósitos se requiere de imaginación, realismo y diciplina, pero sobre todo de esperanza, virtud teologal que anima a las personas a tener una actitud optimista.

La creencia de que son posibles los cambios positivos y la voluntad de luchar y trabajar para conseguirlos es un fuerte motor humano incluso frente a la adversidad. El 2023 por lo tanto conviene colmarlo de esperanza activa y no pasiva porque esta fuerza es para imaginar, planear y realizar proyectos en nuestras vidas, familias y comunidades.

Estoy seguro de que muchos esperamos -trabajaremos para ello según la responsabilidad social que tenemos todos- que nuestras familias tengan salud y lo suficiente para vivir con dignidad, que nuestro país sea un mejor lugar para desarrollarse y que se logre la paz mundial.

A mis amables lectores les deseo un 2023 lleno de esperanza y de logros personales y familiares pese a que no podemos imaginar y menos saber “qué  nos traerá” el año nuevo.

Twitter @basiliodelavega                            26 de dic de 2022