«Enrique Florescano pertenecía a un grupo especial, no era «grillo ni  andaba en el relajo, se movía en otra esfera, era también beneficiario con una «jugosa» beca de 120 pesotes mensuales. Eramos buenos amigos. Enrique era muy enamorado, se carcajeaba cuando le decía que era muy «competente para las enaguas». Tuvo novias muy bonitas. Residiendo en Xalapa, su potencial intelectual lo impulsó a espacios más altos donde su poderoso cerebro y tenaz aplicación dieron frutos magníficos, Y logró ser un historiador reconocido a nivel nacional, ganando entre otros reconocimientos el Premio Nacional de Ciencias y Artes. «Te recordaré siempre con afecto y edmiración, Enrique». Es parte de lo que escribe Raymundo Flores Bernal en una columna que pueden leer en este Portal. Fotos de Universo y Facebook.