Xicochimalco, tierra de xicotes. Xicochimalco, tierra de moscones que visten camisetas de colores. Xicochimalco, tierra de zumbadores que pellizcan las plantas y arrancan el sabor de las ricas mieles. Xicochimalco, tierra de entre las primeras que sintieron aquellos pies que pisaron hombres extraños venidos de tierras lejanas. Xicochimalco, tierra que ofrece la paz y concordia como fuentes naturales de armónica sobrevivencia. Xicochimalco, tierra que recibe el agua que baja en olas rápidas por el palmo de la montaña. Xicochimalco, tierra de los mil brazos de río que corren por encima de su vientre inmaculado. Xicochimalco, tierra que custodia al sol, a la luna, al lucero, y al cúmulo de titilantes estrellas del manto celeste. Xicochimalco, tierra de fertilizado manto verde. Xicochimalco, tierra de gente noble. Xicochimalco, tierra de voces que inundan con sus leyendas al filo de la cordillera. Xicochimalco, hermano de sangre del Cofre de Perote, hijo bien nacido del creador del universo. Xicochimalco, tierra que acaricia nubes vaporosas que vienen bajando de puntos cardinales distintos del universo. Una piedra, dos piedras, tres piedras, muchas piedras tiene aquella gran alfombra por la que caminamos quienes vamos a Xicochimalco. Una piedra, dos piedras, tres piedras, muchas piedras, sirven para brincar sobre aquellas frías aguas que nos abrazan con una calidez inesperada. Ven a mi Xicochimalco, déjame acariciar tu tierra, déjame sentir tu suave caricia en mi escarpado rostro, déjame oler el vaho de tu tierra mojada. Xicochimalco, déjame andar por tus caminos para alejar malos nubarrones. Xicochimalco, déjame penetrar en la cueva en donde se dice que quedaron atrapadas aquellas almas que no pudieron salir por el orificio donde se viaja al mundo del retorno. Xicochimalco, déjame llevar en mis recuerdos tus parajes de vida, déjame llevar la sangre fresca de la vena de mi canción. Xicochimalco, frente a ti desnudo mi canto, frente a ti se torna imposible decir cosas más bellas que opacarías con tu belleza. Xicochimalco, déjame viajar en tus tierras impulsado por el capricho de los vientos. Xicochimalco, ven a mi y dame la fuerza, dame el aliento, dame tu entereza para enfrentar las adversidades de la vida. Déjame Xicochimalco, tomar solo dos puños de tierra, dos puños solo de esas nubes emborregadas que resbalan por el precipicio trayendo regocijo y esperanza. Déjame Xicochimalco, que encuentre la eternidad de tu mirada, el embrujo de tus manos, y el encanto de tu magia. Déjame Xicochimalco, saludar a tu gente, vivir en tus tierras, y soñar con tu cielo. Déjame Xicochimalco mojar mis ojos en tus aguas cristalinas para quitar todo aquello que me deja ciego ante la luz de la ignorancia. Xicochimalco, tierra de magia, tierra de misterio, tierra querida. Gracias Zazil. Doy fe.